miércoles, 28 de octubre de 2009

¡Pero qué mulos son!

Creo que fue mi recordado amigo y compañero Alejo Jesús García Ortega el que escuchó una vez la frase que, como elogio a su labor ante los micrófonos de Radio Nacional de España, le decía un oyente habitual:

-- Mi mujer se acuesta con usted todas las noches.

Lo que quería indicar que la parienta del que hablaba era seguidora fiel del comentarista y sintonizaba entre su oreja y la almohada aquel programa de análisis político en tertulia que el gran radiofonista, prematuramente desaparecido, hacía de lunes a sábados titulado “La Espuela”.

Yo mantengo también la costumbre de aquella señora y mi más cercana compañera en las horas nocturnas y quietas del reposo camero suele ser la radio que entre ayer y hoy conseguía desvelarnos con una ristra de despropopósitos de los servidores públicos que llegaban a desbordar el asombro. Y, entre descripción de varias desvergüenzas y narración de incalificables torpezas, uno musitaba para sí antes de llegar al exabrupto, ¡qué mulos son!.

Y en ello estaba cuando la voz reivindicó el buen nombre del cuadrúpedo que nace de los amores entre la burra y el caballo y dijo que se criaban hoy en yeguadas especializadas de Murcia y se estaban pagando por el Ejército alemán a tres mil euros el ejemplar.

A mí y a los universitarios que hicimos la instrucción premilitar superior en Montejaque esto no debe sorprendernos en absoluto. Antes al contrario, nos devolverá con la nostalgia de los recuerdos irrecuperables a los años juveniles de los quince bajo la lona que hasta llegara a las pantallas de los cines.

En el segundo año, el mulo, ese hijo furtivo de los flirteos amorosos entre el caballo doncel y la burrita atractiva, se convertía en compañero inseparable de correrías serranas encumbrando los altos riscos hora tras hora sin dar muestras de cansancio aunque fuera cargado con una ametralladora o con una pieza artillera.

Creo que fueron los helicópteros los que pretendieron empujar a las listas del paro a tan nutrida troupe de servidores castrenses, pero, como se ve, ahora viene a demostrar un Ejército tan avanzado como el germano que siguen siendo indispensables para alcanzar las cumbres inaccesibles y los senderos tortuosos.

En aquellos días se nos advertía a los novatos que anduviésemos alerta cerca de los animales y siempre por dentro, es decir, entre la pared del monte y el animal y nunca entre éste y el espacio que caía al precipicio. Porque si el mulo se sentía molesto, pingaba aviesamente y lanzaba al soldado al vacío empujándole con la grupa.

Lástima que los políticos corruptos, soberbios, estúpidos y trincones no paseen por la sierra al lado exterior de cualquiera de estos mulos.

1 comentario:

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Hombre D. José Luís, la noticia es buena para todos y principalmente para el que los pueda vender pero a mi me gustaría más que en vez de ir a la guerra fueran para lucirlos en charrés y enganches en el Rocío o en la feria.
Para la guerra, lo mejor es que no valla nadie. Y mandarlos con los políticos es desmerecer mucho la categoría del mulo.
Saludos