Y el cuerpo de Marta sin aparecer.

Me produce una ternura infinita la imagen del abuelo de la pobre Marta del Castillo buscando el cuerpecito de su nieta. La de los padres, tambien.Pero sobre todo la del abuelo que no se cómo no ha caído ya víctima de esa cadena de canallescas tragedias que está sufriendo la familia.

El otro día nos lo mostraba la foto como un obseso recorriendo la nueva pista que se había alumbrado y esperanzado en el trozo de tela manchada de rojo que ha resultado ser falsa.

Otra vez la ilusión rota. Y la pandilla de niñatos que no tienen una mala bofetá cachondeandose de todos, de la policía, de los jueces y fiscales y hasta del ministro Caamaño que, orondo y barbado, se sentaba no ha mucho cerca del Rey en la apertura del año judicial.

“No entiendo nada”, decía días atrás en Tele Cinco uno de los colaboradores del programa de Ana Rosa Quintana cuando las cámaras recogían la presencia de uno de los amigos de la familia dispuesto a ayudar en la búsqueda en Caño Ronco en Camas y se encontraba el paisaje sin acordonar y sin miembros de los Cuerpos de Seguridad que lo protegieran.

Luego llegaron con espectacularidad las máquinas y los hombres y a poco se fueron sin encontrar nada. Otra vez.

Alguien creo que está haciendo el ridículo ante el país entero. Aunque, si bien se mira, es el país mismo y sus naturales de la hora presente los que nos estamos cubriendo de gloria al pertenecer y no revelarnos donde, como escribiera hace unos días Carlos Colón en el “Diario de Sevilla”, “un asesino confeso puede torturar psicológica y emocionalmente a los padres de su víctima, pero en el que no hay forma legal de hacerle decir dónde ha tirado u ocultado el cuerpo de la chica que asesinó; el país en el que los ministros de Justicia defienden el derecho de los acusados a mentir (no a callar y no autoinculparse, sino a mentir).

Puede que en España a veces sea difícil enterrar, pero excarcelar y reinsertar es facilísimo: son pasiones nacionales en un país que parece condenado a purgar con 40 años de gilipolleces seudoprogresistas y seudodemocráticas los 40 de dictadura que padeció y consintió. De ser así ya queda menos de una década de penitencia para que podamos parecernos a cualquier país democrático de nuestro entorno; como Francia, el Reino Unido o Alemania, en los que existe la cadena perpetua.”