"A Nuestra Señora del Rocio se la encontró,segun nos cuenta la Historia,un cazador.Era de Villamanrique,que iba cazando.¡Vaya encuentro gozoso para contarlo !.Goro Medina era el nombre del cazador elegido que, echando suerte en la caza, hasta la Rocina vino.En un viejo árbol de aqueste lugar vió la Santa Imágen.Púsose a rezar."
Desde el martes pasado, miles de romeros pueden leer este azulejo , mostrado en la pared del Ayuntamiento del pueblo, cuando lo cruzan camino de la aldea almonteña repitiendo un acontecimiento anual declarado Fiesta de Interés Turístico de Andalucía.
Málaga, Jaen, Almería, Lucena y Cabra fueron las hermandades que empezaron en la tarde del martes… diecisiete siguieron el miércoles,…veinticuatro el jueves… seis continuarán el viernes, cuando ya la primera y más antigua corporación rociera haya emprendido su camino…
Los poetas medievales solían acompañarse con una especie de violín de cinco cuerdas. Y llenaron la épica popular o juglaría coincidiendo, desde los principios del siglo trece, con la poesía de los monjes o "Mester de Clerecía".
Esta trova que es como el guión de un documental, ofrece el abanico abierto de las respuestas a las interrogantes de un hecho. que, por encima de las frías e impersonales interpretaciones históricas, perpetúa una creencia entre lo humano y lo divino. El qué de la aparición de la Virgen y el quién duplicado de la Madre de Dios que se muestra y el cazador que la contempla. El dónde del viejo árbol que se alzaba en la Rocina y el cómo de Goro Medina que postrose a rezar.Esta hermosa descripción, en la que se advierte que, para mayor comprensión en nuestra época, se ha trascrito Villamanrique allí donde en la versión inicial debería figurar Mures, su nombre hasta finales del siglo dieciséis, manifiesta distintos aspectos de la devoción rociera manriqueña:
El pueblo de Villamanrique ha deseado desde los primeros tiempos, dotar al Rocío de una carga poética, infantil si se quiere, pero tan limpia, tan pura y tan transparente como el aire de sus dehesas.
No ha necesitado que la trova de la aparición de la Virgen se reproduzca en un azulejo porque la ha conocido siempre, celosamente difundida por transmisión oral de padres a hijos.
Ha hecho así, de esta descripción antigua de la vinculación de la Virgen con sus gentes, elemento insustituible de su más querido patrimonio espiritual.
Ha sabido desposeer esta página de sus elementos simbólicos quedándose con la médula de la narración: La Virgen quiso estar en estas tierras y se valió para decirlo de la fe sencilla de un manriqueño.
Y el pueblo de Villamanrique, desde entonces, sin meterse en más, con la abierta y proverbial generosidad de sus gentes, no reclamó nada para sí, ni quiso adueñarse en exclusiva del privilegio, sino que, siguiendo el ejemplo de Goro Medina, miró a la Señora, inclinó su rodilla y se puso a rezar.
Por eso ha creído siempre que la Virgen quiso ser venerada como hoy lo es en este entorno de privilegio...que eligió para que así se supiera a un cazador del pueblo...y que, desde entonces, ha sido pionero de caminos... inventor de maneras de hacer la romería...y propulsor fiel e incansable de la devoción a la Virgen del Rocío.
Ni estaba aun la aldea, ni había camino alguno.
La nada solo era.Pero tú estabas ya.
Sanlucar no venía.Triana estaba lejos
y tu ya preparabas tu rezo y tu cantar.
Las galas primorosas de la Huelva romera
soñaban un repique de alegre despertar.
No había Simpecados en carretas de plata
y tu ya te lanzabas dichosa a caminar.
Por eso vienen hoy tus hijos esparcidos
en todos los rincones del límpido solar.
Y tu, Villamanrique, la madre rociera,
te abres, generosa,con gozo de Hermandad.
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