viernes, 16 de marzo de 2012

Pregón sin versos

Me decía Ramón Pineda, uno de esos santos cofrades que, cuando Dios les llama, dejan escrito un manual de conducta cristiana, que si le hubiesen propuesto alguna vez dar el Pregón de Semana Santa, jamás se le hubiera ocurrido enjaretar ni un solo verso.
Para completar esto añadía, con su gracejo habitual: A mí me sacan del “Jesusito de mi vida, eres niño como yo, por eso te quiero tanto y te doy mi corazón” y me pierden.

El otro día repasaba yo algunos de los hermosos textos de Juan Sierra, más escasos de los que fueran de desear y ampliados por la docta y afectiva consideración de Rafael Porlán y concluía que el sagrado oficio de los poetas debería estar prohibido a los maletillas a los que empuja desde la grada la norma de una mal entendida tradición.

Desde estas modestísimas líneas me atrevería a sugerir al Consejo de Cofradías que en el futuro cuando elijan a un pregonero les hagan firmar un documento, si es posible notarial, en el que se comprometan a no escribir versos si no los han escrito antes.

Poetas tan acreditados como Joaquín Romero Murube no incluyeron
poesias en sus disertaciones semanasanteras. Y tampoco temieron incluir en ellas citas poéticas de relumbre clásico, lo que les desvelaría como cultos conocedores de la más acreditada versificación.

El verso no tiene todo que ver con la poesía. En literatura rimada escribió Muñoz Seca esa descripción genial de las Siete y Media que se contiene en “La venganza de Don Mendo” y hasta un día mandó una carta a su padre en la que en contra de sus objeciones a su noviazgo le decía:

“Está bien como objeción ---- el problema que usted alega --- de que es muy baja Asunción--- más no me podrá negar--- que es una joven que llega--- a donde debe llegar--- es decir al corazón”

Al corazón debe llegar también todo pregonero que se precie. Pero no con versos pobres, sino con textos sinceros amasados en el horno caliente de la víscera cardiaca.

1 comentario:

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

¡¡¡Hombre maestro!!!, con esa recomendación nos chafa usted buenos ratos de diversión, aunque de vergüenza ajena en infinidad de ocasiones.
Saludos.