miércoles, 4 de julio de 2012

La cabeza perdida.

Sevilla perdió la cabeza como todo el mundo con el éxito de la Selección y la quieta figura que preside la monumental fuente de la Puerta de Jerez la perdió también. Se la quitaron. Lo primero fue un acto lógico. Lo segundo, irracional. Que la pobre nereida que representa una alegoría de la histórica Híspalis según la concibió Delgado Brackembury, fuese decapitada como princesa gala en el ara de la naciente república francesa, no dispone de otra explicación que no sea el arrebato arrollador de la ignorancia y el desprecio de algunas multitudes por lo ajeno. En una visita al puerto de Hamburgo me explicaba mi guía que los niños de la Ciudad Hanseática tenían la obligación de hacer redacciones infantiles en torno a la riqueza monumental de la urbe en la que habían nacido para aprender a amarla desde el respeto. Hace años se me ocurrió la idea de un programa de televisión que una productora local que dirigía Epifanio Rojas, profesional de gran experiencia adquirida en la Uno de la tele española , decidió producir y vendió a Canal Sur. Se titulaba “Con la voz de las estatuas”. La sinopsis de cada capítulo giraba en torno al proceder de un cochero de carruaje de caballos que cuando transportaba a algún turista solía detenerse ante los monumentos escultóricos que jalonan las calles y plazas de las capitales andaluzas y narrar, en pintorescas evocaciones la historia del personaje que lo presidía. Este, abandonaba su inmovilidad y completaba con secuencias dramatizadas de su propia vida lo que contaba el auriga. Así resumimos las biografías de Gustavo Adolfo Becquer, Daoiz, Averroes, Manolete, Cristobal Colón, Blas Infante… Con poco presupuesto, pero cargados de ilusión recorrimos las ocho capitales de Andalucía que estuvieron representadas en la pequeña pantalla con lo más selecto de su escultórica de plazas y jardines. Hoy Antonio Bustos prosigue sus incansables y, en ocasiones heroicos esfuerzos para divulgar la cultura andaluza desde Sevilla. Todo ello no basta. El dolor de cabeza de la nereida hoy no lo quita nadie. Aunque se provea de abundantes aspirinas y las tenga que abonar en copago.

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