domingo, 17 de marzo de 2013

EL PREGON DE TWITTER

A las generaciones jóvenes parece que les ha gustado el Pregón de Francis Segura. A las otras, también. A esa conclusión llego tras cambiar impresiones  con algunos de mis coetáneos.
Ha sido la disertación de las redes sociales. El Pregón del Twitter. Pero algo más. Mucho más.

El pregonero ha roto algunos moldes, pero no ha esparcido los fragmentos. Siempre ha actuado con acierto y respeto. Temí que no fuera así y me eché a temblar cuando le vi aparecer sobre el escenario del Maestranza ataviado como si fuera a testificar una boda de la familia real inglesa. Algo había oído de que deseaba matizar ciertos fragmentos de su disertación con acordes de marchas procesionales a lo que el Consejo se había opuesto aduciendo que no permitía experimentos. Felicito a los dos. Al Organismo de representación cofrade por oponerse y al disertador por acatar disciplinadamente la decisión.

La fractura de los moldes no deriva completamente de su voluntad. El no ha tenido la culpa de ser más joven aun  que José Joaquin Gómez González, a quien ha arrebatado el trofeo de la precocidad. Ni de haberse lanzado al ruedo pregoneril como Joselito el Gallo a los toros, con dieciséis abriles para que, como éste dijera a su madre, la Seña Gabriela, no se le pasase la edad. Ni de llevar la cuenta de treinta exaltaciones, treinta, antes de alcanzar el hispalense honor de pregonar la Semana Santa de Sevilla.

Pero si en esa transformación de los esquemas se incluye la dotación versificadora del texto, la valentía en sacar a relucir los graves problemas de nuestro tiempo tales como la crisis, el paro y la pobreza vergonzante, llamando al Gran Poder, Jesús de los comedores, evidentemente  no pocos de los moldes al uso han rodado hechos añicos.

Francis Segura ha sabido decir todo esto en una hora y veintidós minutos. Aplausos y exclamaciones aprobatorias incluidos. Entre ellas la mía cuando finalizó el hermoso párrafo que dedicó a mi Cofradía del Calvario.

El pregonero se confiesa discípulo de ese "gran señor de la palabra florida", como le llamó Antonio Murciano, que fue Francisco Montero Galvache, pregonero de la Semana Santa de 1959  y de las Bodas de Plata de la Coronación de la Macarena. En el Maestranza demostró que lo hace con razón.

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