sábado, 30 de marzo de 2013

De fervorines,saetas y metaforas de urgencia

Inevitablemente me acuerdo de su padre, el inolvidable Manolo Santiago, a quien tanto deben (y así lo reconocen con hidalga justicia) los hermanos costaleros. La última vez que le vi delante de un paso fue un Domingo de Resurrección, por la mañana, recién cruzada la calle Gerona mandando el palio de la Virgen de la Aurora. Chano Amador que iba conmigo lo recordará también. Entusiasmaba a sus hombres llamándoles legionarios y enhebrando unas frases magnificas, preñadas de sentimiento, sevillanía y sentido cristianos. Aquello eran arengas en toda la regla, pero parecían fervorines.

Antonio, su hijo, lo ha traído a mi memoria ante la delantera del paso de la Macarena, en la Campana, cuando, tras una levantá al Cielo, ha dicho a su cuadrilla. sin gritos, sin aspavientos, casi a media voz, pero consciente de que todos sus componentes le oían: "Asi rezan los costaleros macarenos. Los demás  también lo hacemos, pero de otra manera. Como ustedes, no" .Y había tal tono de convicción en esas palabras como para atenuar los rigores del esfuerzo  y  despertar una indomable energía.

Acababa de oírse la emocionante saeta que dedicó a la Virgen Manuel Cuevas, el cantaor de Osuna, entregado y roto en su personal interpretación de la letras del Pregón de Rodríguez Buzón de 1956

"No es preciso que te alabe,
bella perla de San Gil
porque todo el mundo sabe
que, de frente y de perfil,
más buena moza no cabe"

A esta quintilla en octosílabos el cantaor ha añadido ese remate final, hoy tan al uso que levantó la complacencia pública. justificada en parte por la ausencia de los grandes cantaores y cantaoras que antaño cruzaban sus saetas magistrales alargando el transito por el comienzo de la Carrera Oficial de la Señora de San Gil.

El equipo de excelentes comentaristas de Sevilla televisión describió este momento con la ponderación y el acierto que les distingue haciendo gala como siempre de una inextinguible creatividad literaria digna de elogio por su nacimiento forzado por los requerimientos de la locución.

En estas tardes y noches semanasanteras tan insólitas, no se de verdad que haría sin ellos.

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