sábado, 30 de noviembre de 2013

CONFIDENCIAS DE EL CID

Mucho y muy sabroso fue lo que nos contaron en la Octava Jornada Taurina de la Peña saltereña de Manuel Jesus El Cid el torero que la preside y los invitados a ella que, en esta ocasión, fueron Eduardo Dávila Miura y Joaquín Moeckel.

Protagonizaron una interesantísima comparecencia a modo de rueda de prensa, como pueden conocer los seguidores de este portal, que fue coordinada sabiamente por José Luis López y Carlos Crivell.

No hubo ni cámaras ni micrófonos y se hicieron revelaciones dignas de ser conservadas. Por ejemplo que la decisión política de aceptar la petición de que la Fiesta pase de Gobernación a Cultura, de la forma que se ha hecho, como Patrimonio de la Cultura, en vez de Bien de Interés Cultural, es una tomadura de pelo. Que somos los toreros y los aficionados que luchamos por defender su supervivencia los llamados a mostrar nuestro descontento y a trasladar las protestas democráticamente razonadas, a las instancias jurídicas establecidas hasta llegar a las comunitarias. Que hay que seguir pidiendo una mayor presencia de las informaciones taurinas y de la retransmisión de festejos a los medios informativos, que, como la televisión nacional, pagamos todos con nuestros impuestos, etc.etc.

No tomé notas. Escribo de memoria. Y debo confesar que, con ser todo esto trascendente para el devenir de la, desde antaño, llamada Fiesta Nacional, lo que más me impactaron fueron los recuerdos de Dávila Miura y las revelaciones de El Cid.

Dijo Manuel Jesus que entre los que perciben los ingresos que producen los toros, los primeros a quienes se fuerza a reducir sus tarifas son los que de verdad se juegan la vida ante ellos y que, a ese riesgo, hoy, en ciertas ocasiones, hay que añadir uno más: el que suponen los empresarios que pagan con papelitos, o, dicho claramente, con pagarés de los que es una incógnita saber si habrá fondos para atenderlos a su vencimiento.

Y que las empresas de mayor seriedad para responder a sus compromisos financieros son las de las plazas de Sevilla, Pamplona y Bilbao

Dijo algo más. Que el momento que marcó una inflexión en su vida lo vivió en Bayona ante un Victorino. Suponía yo esto. Me lo había anticipado el ganadero de Galapagar en Arles, en el curso del sexto Congrés Mondial des Eleveurs de Toros de Combat al que Francine Yonnet, su  presidente, me había invitado a dar una conferencia.


Me dijo entonces el viejo Victorino entre  bocanadas de su inseparable puro: el Cid es el diestro que yo he esperado siempre para que lidie mis toros.

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