miércoles, 13 de noviembre de 2013

DE MARMÓL CEMENTO


Antonio Laviña era un veterano locutor de Radio Sevilla que leía de corrido las Guias Comerciales, relación de anuncios por palabras que se intercalaban entre los discos.
El mensaje publicitario de la industria azulejera que, por consejo del famoso arquitecto Anibal González, instaló la familia en la calle Marqués de Paradas llegaba a los receptores con la voz pastosa del radiofonista y decía así: Mármol cemento, parquet cemento… fábrica Carlos Gonzalez, Marqués de paradas dieciocho. Pero, pronunciado de corrido, la palabra inicial cambiaba su entonación ya que el acento caía en la primera “o” y entonces se oía: Marmól cemento… parquet cemento…etc.etc.
Esto hizo que algunos sevillanos de aquella época se refiriesen a los que manifestaban con su conducta una desvergüenza ostensible que tenían la cara de “marmól cemento”.
El último espécimen de esta categoría apareció ante mi vista días pasados en uno de esos programas de chismorreo que nos dan algunas televisiones. Afortunadamente no retuve su nombre. Se trata de un muchachito andaluz, perfecto ni ni, o sea que ni estudia ni trabaja, que se ha ligado a una chiquilla, hija de una popular estrella de frecuente aparición en los medios audiovisuales y en las revistas de colorines, a la que ha dejado preñada antes de que llegase a su mayoría de edad.
Naturalmente los especialistas en este tipo de reportajes a los que me resisto a llamar periodistas por respeto a la profesión, se han interesado por la biografía del muchachito descubriendo que ya fue padre de otra criatura por la que no ha vuelto a interesarse.
Un “modus operandi” en toda regla que confiere a la figura de este seductor preocupantes rasgos de modelo para la generación de su edad. Mientras en el canal que divulgaba aspectos domésticos de la juvenil pareja se resaltaba el amoroso comportamiento de la madre de la niña embarazada, en otras televisiones un grupo de universitarios con las carreras finalizadas, entre los que había no pocos ingenieros, se declaraba en huelga de hambre por falta de posibilidades de empleo.
El mensaje subliminal aparece diáfano. ¿Para que estudiar?... ¿Para qué esforzarse?... ¿Para qué asumir la elemental responsabilidad cívica de los propios actos?...

Mientras haya abuelas complacientes y sociedad permisiva… a vivir que son dos días.  El marmól cemento vuelve a reemplazar al after shave.

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