domingo, 14 de junio de 2015

EL ULTIMO DE LA DEDICATORIA


La dedicatoria está en el libro “Sevilla oculta”.
Y dice:…”A nuestro querido amigo José Luis Garrido Bustamante, sevillano y cofrade por la gracia de Dios, para que, al abrir la puerta de este libro entre con nosotros y se recree admirando las maravillosas obras de arte que atesora y conserva esta Sevilla desconocida de los conventos de clausura. Con un fuerte abrazo. 19.III.84.
La firman tres nombres, la del hispalense ilustre, artista irrepetible y magistral artífice de la fotografía, Luis Arenas Ladislao y las de sus hijos y continuadores en el doble empeño de amar a la ciudad y retratarla, Francisco y Luis.
Dos murieron hace años: Luis Arenas Ladislao, el creador de la dinastía, el diez de octubre de 1991 y su hijo Paco, repentinamente, el 16 de diciembre de 2011.  Ahora nos ha abandonado Luis.
Encontré la esquela en el ABC del pasado jueves cuando, como todos los días, me asomé, con la temerosa curiosidad justificada de los viejos, a las páginas de mortuorias.
Guardo otros libros de Arenas Ladislao  “Semana Santa en Sevilla” que apareció en 1947, “Sevilla eterna”, que vio la luz en 1973 y “Sevilla en fiestas”, antología fotográfica en blanco, negro y sepia que llegó a las librerías en 1948. Y conservo las páginas del “Pregón gráfico de la Semana Santa”, que, del ocho al dieciocho de marzo, publicó ABC en 1978.
Esto fue lo que hizo Luis Arenas, padre, y enseñó hacer a sus hijos: anticiparse a la difusión gráfica del arte, la historia y las costumbres de Sevilla.
Tuve la suerte de que ese trío de excepcionales magos de la fotografía solicitase mi colaboración y así de alguna manera participe del éxito que obtuvieron con la proyección en las más importantes capitales de España del audiovisual que dedicaron a las fiestas de primavera narrado por mí en los estudios de Radio Nacional y montado por Antonio Vázquez Capilla.
Inolvidables fueron aquellas reuniones nocturnas en el patio de la casa de la familia en la calle Marqués de Nervión para asistir al estreno en proyección privada de aquella obra, precursora de las que llegaron después nutriéndose del desarrollo de las técnicas audiovisuales.
Luis no era tan extrovertido como lo fueron su padre y su hermano Paco. Le recuerdo, siempre amable y obsequioso, con una cierta sonrisa triste, como si quisiera hacerse perdonar sus éxitos.
Gran conocedor de esta ciudad que margina en vida a muchos de sus mejores hijos, de su padre había heredado también la caballerosa postura de la indulgencia.


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