lunes, 1 de junio de 2015

VESTUARIO REVUELTO


Mi kiosquero pasa de política. “A mí, la política no me da de comer”, dice. Y evita así participar en las discusiones partidistas. Yo quisiera ser igual que él, pero me resulta difícil. Es como con el  fútbol. Debo ser un bicho raro. Pero no me apasiona. Sin embargo tengo que soportar el empacho futbolístico que se apropia de los mejores tiempos de la tele y llena de contenido las conversaciones de quienes me rodean.

En política observo cómo el PP tiene revuelto el vestuario y recuerdo el consejo de un santo ejemplar: “En tiempos de tribulación no hacer mudanza”. Lo recomendaba San Ignacio a sus compañeros jesuitas.

El consejo no era para disuadirles de que encargasen alteraciones de mobiliario, sino para que resistieran los embates de los poderes terrenales.

Parece que los factótums del Partido Popular no son muy dados a la lectura de los escritos ignacianos. De otra forma no se explicaría la campaña soterrada y sibilina, que me llega como los manejos de los poderosos del fútbol para sustituir entrenadores, destinada a conseguir la dimisión de Esperanza Aguirre, ni la lamentable  actitud del PP de Castila la Mancha contra el ministro Soria, ni la del presidente de Castilla y León contra Mariano Rajoy ni la de maricón el último de algunos presidentes y de otros dirigentes cualificados que han cubierto de avergonzada sorpresa al mismísimo presidente del Gobierno.

Nada de esto conviene a un partido en el que muchos españoles creyeron encontrar un día la formación política honrada, equilibrada y sólida que representase sus intereses.
Hay que pacificar el vestuario. Me parece imprescindible. Aunque me importe un bledo que quiten a uno y pongan a otro porque a mí la política tampoco me da de comer.


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