miércoles, 21 de diciembre de 2016

AZNAR SE HA IDO


Vanidoso, prepotente, ensoberbecido, pagado de sí... Esto he oído y leído del señor Aznar. 

No ha podido aguantar el fortalecimiento progresivo de Rajoy. Y se ha ido. Pues vaya usted mucho con Dios. Me enteré anoche. Y he dormido a pierna suelta. Ni lloro, ni me angustio. Ni río ni bato palmas. Me da igual. Si esta reacción mía la supiera el hasta ahora presidente de honor de su partido le daría lo mismo. O, no. El señor Aznar se ha creído imprescindible. Y no lo es en modo alguno.

Poco hablo de política aquí. Digo como mi quiosquero, a mí la política no me da comer. 

Pero noticias como ésta me empujan a manifestar mi opinión. ¿Dónde va el señor Aznar, a su casa o a seguir jugando al dominó con los frailes en Quintanilla de Onésimo?... ¿A fichar a las ocho o a continuar poniendo la mano entreteniéndose en fundaciones o inventos parecidos para seguir metiendo la cuchara en la olla gorda?

Edurne Uriarte decía en la tertulia en la que interviene periódicamente que, si va a fundar un nuevo partido, el único espacio disponible se halla a la derecha de la derecha. No lo sé.

Lo que sí conozco bien es el tiempo en que vivimos que no es nada propenso a intrigas palaciegas, ni decisiones infantiles de envidia cochina. Hay que bajar a la arena como ha hecho la ministra de los ojos bonitos volando hasta el campo de batalla (dejémonos de eufemismos maquilladores) donde se juegan la vida nuestros soldados.


Mientras el terrorismo internacional nos amenace a todos y no seamos capaces de defender a nuestras mujeres de ese otro terrorismo que es la violencia machista, ¿qué puñeta nos va a importar que se largue el señor Aznar?

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