martes, 14 de julio de 2009

Eso del desarrollo sostenible.

Si usted ha sido capaz de conseguir cuatro metros cuadrados de arena en esa playa tan concurrida a la que suele acudir los fines de semana y en ese espacio ha instalado con toda su sabiduría marinera de cabotaje una sombrilla coloreada, usted debe andarse precavido porque el día menos pensado aparece por allí el Tío de la Cachimba con su cohorte de fotógrafos y la declara sombrilla de desarrollo sostenible.

No hay nada que le guste más a un político vocacional como el citado, votado, según es bien es sabido, por un porcentaje abrumador de la ciudadanía, que una colección de vocablos sonoros de contenido impreciso.

Porque, vamos a ver, qué significa eso de “desarrollo sostenible”. Los viejos verdes de la generación que quedó recogida en algunas de esas películas de grave estudio antropológico que ahora ofrece de vez en cuando el Cine Español de Canal Plus, contestarían con chispas en los ojos que las delanteras de las quinceañeras.
Y, por el contrario, los “mileuristas” de hoy quedarán encuadrados en el “desarrollo insostenible”. Zapatero, en una viñeta antológica de Martín Morales que publica ABC, confesará que “con dinero de todos los españoles compra apoyos parlamentarios para gobernar él” o sea que utiliza el dinero de todos para su propio “desarrollo sostenible”. Y los economistas, con los del PP a la cabeza, clamarán, en el desierto como siempre, que “para el país este desarrollo es insostenible”.

¿Quedan así explicadas las dos palabrejas del término?... ¿La positiva y la contraria?... No se. No se.

Inevitablemente me estoy acordando de aquella Andalucía del pasado reciente cuando aun no habíamos vendido a las multinacionales ni las bodegas, ni las cerveceras, ni las eléctricas, que había en un pueblo, grande e importante, un rico propietario de una de estas empresas, padre de una niña poco agraciada con la que vino a contraer matrimonio el poeta local.

Desde ese momento, el padre fue feliz, la casada también y, sobre todo el poeta, que de inmediato se convirtió en un amante de las letras y la oratoria de sacerdotal dedicación.

Yo fui un día con Radio Nacional a retransmitir unas justas literarias en las que él intervenía y, cuando me lo presentaron me dijeron:

-- José Luis, te vamos a presentar al mantenedor, Fulano de Tal.

Luego hicieron lo mismo con su suegro, mecenas de los festejos, y la introducción no tuvo desperdicio

-- Y ahora, el mantenedor del mantenedor, Don Menganito de Cual.

Puro desarrollo sostenible.

1 comentario:

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Al poeta le pasó como al mairenero que visita al médico con su mujer y después de pasarle consulta le dice el médico al marido: " su mujer no me gusta nada", el mairenero responde: " pos a mi tampoco, pero como el padre tenía dinero"
El que ha dao bien con la sostenibilidad del desarrollo ha sido Torrijo, que pedazo de sostén, miarma.