martes, 15 de febrero de 2011

Controvertidos premios Goya.

Como siempre. No recuerdo una edición, de las veinticinco que van ya, que el certamen no se haya contaminado con las posturas y expresiones de los que, antes que al cine, conceden importancia a la expresión airada de reivindicaciones políticas.

En esta ocasión, además, he descubierto la clave de que el programa que se da por la Uno de Televisión, presuntamente sin publicidad, pero patrocinado por un anunciante que se supone habrá de pasar por caja, atrae al género femenino no por el estado que el arte de los Lumiere ofrece en España, sino por los vestidos de las féminas que lo cultivan.

Y,para no ser menos, y habiéndome dedicado a mirar con lupa los atuendos de los varones, he llegado a algún que otro descubrimiento. Por ejemplo: el tamaño de los pies del multipremiado Javier Barden. ¡Qué pedazos de “jabas”, madre mía!

Dada la sumisión de la municipalidad sevillana reinante a la familia del muchachito, a éste no hay que ponerle una calle, hay que encaramarlo a la estatua de la Gavidia. De aquí en adelante no hay que decir eso de “tiene más pie que Daoiz”, sino “tiene más pie que Barden”.

Esta vez la transmisión en directo ha perdido 300.000 televidentes frente al pasado año. Esto se ha minusvalorado por algunos, pero resalta una tendencia inquietante: la huida progresiva de los espectadores. ¿Disgustados porque Barden llevase unos zapatos arrugados en vez de ir de estreno?. No lo creo. La cosa es mucho más seria.

Dicen que el cine gana más en subvenciones a las películas que en dinero recaudado por éstas cuando se proyectan en las salas comerciales.

Ahora bien, la paupérrima recaudación del año pasado, un 34% por debajo de la del anterior y claramente inferior a los dineros que regala el Gobierno siempre a los mismos privilegiados, constatan la nula conexión del producto nacional con la audiencia.

Nos gusta el cine. Los que no nos gustan son los que en estos tiempos lo manejan sectariamente.

En esta ocasión, las consignas no se han escuchado desde el escenario sino en la calle. "No es cultura vuestra basura". Se ha gritado.

Quizá por eso el marido de P calzaba zapatos arrugados que, además, pedían a voces el arte de un limpiabotas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que este muchachito como Don José Luis le llama, fue el primer actor español que estuvo nominado para un Óscar y creo que ocho años después llegó a ganarlo.

Dice el Sr Garrido que Javier Bardem terminado en M, "tiene más pie que Daoiz", ¿y eso tiene algo malo?...Peor es tener envidia como puede ocurrirle ha colegas de él.

Dice también el Sr Garrido y ahí lleva mucha razón, "que el cine gana más en subvenciones a las películas que en dinero recaudado por éstas cuando se proyectan en las salas comerciales". Pero esto de las subvenciones ¿cuándo entre el PP, seguirá o se cortará?, yo modestamente pienso que seguirá y me parecerá bien, para que sean otros "LOS PROTEGIDOS".

La Plaza de Oriente que ha sido testigo de tantos gestos y gestas protagonizados por muchos españoles, como aquellos gritos de "¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!" la otra noche se gritó como apunta Don José Luis "no es cultura vuestra basura", ¿Qué pensaría Felipe IV? de tan educado público.

Y volviendo a Javier Baldem terminado en M, terminare como lo hacen los pamplonicas cuando finaliza las fiestas de San Fermín, pobre de mí que creía que este "muchachito" era un buen actor, y creo que lo es, pero es de izquierdas, y eso en democracia no está bien visto.

Un saludo

Leandro Serrano

José Luis Garrido Bustamante dijo...

A mí me faltará una "m", pero a usted le sobra una "h", que es peor dadas las conocidas ortografias de las preposiciones y el verbo haber.

Jordi de Triana dijo...

Completamente de acuerdo, querido José Luis, con lo expuesto en este acertado texto. Lamentablemente, casi a diario, tengo que ver el nombre de una calle muy cercana al Porvenir, que me causa tristeza. Cuantos sevillanos de bien pasaron por nuestra Ciudad haciendo grande su historia y tristemente el Nomenclátor de nuestro callejero obvia por completo.

Un fuerte abrazo en mi continua admiración.