Hoy me toca criticar. No he jugado la papeleta o el número de ningún sorteo, pero digo yo que me toca porque el conocimiento de tres actitudes sociales y la reacción que ambas me han ocasionado, me llevan a no poder dejar de manifestar mi opinión.
No es que, a estas alturas de mi vida y de mi indeclinable pasión por las noticias, me haya acercado a ese mundo de la aireación de los trapos sucios que osadamente llaman periodismo los chismosos bien pagados que sustentan los programas del corazón de las diferentes televisiones. Ni muchísimo menos. Sino que las actitudes a que me refiero se han producido en el seno del mundo cofrade que me es tan querido.
El otro día, como un K-pirote cualquiera, no daba un paso en la calle sin que saliera a mi encuentro un cofrade haciéndome confidente de sus cuitas.
K-pirote probablemente saben quienes estas líneas leen es el seudónimo del reportero de ArteSacro, el famoso portal cofrade de Internet que se entera de todo lo que se cuece en las hermandades, sea bueno, malo o regular.
Lo que a mi me dijeron pasaba de regular y se precipitaba hacia abajo en caída libre. Uno me puso verde al arzobispo a quien censuraba no haber contestado los escritos que le había dirigido y culpaba de ello a Manuel Soria. Otro me mostró un impreso como esos de tipografía barata que utilizan como publicidad directa aquellos que no tienen dinero para pagar una campana en condiciones en el que, dentro de una orla mortuoria, se pedían oraciones por el alma de una determinada hermandad cuyo nombre se citaba, pero que no reproduzco por discreción, invitando a la asistencia de un problemático cabildo de nuevas reglas. Y un tercero se dolía de la actitud de un grupo de hermanos de una señera cofradía, perdedores en las últimas elecciones a Junta de Gobierno, reincidentes en hacer su vida aparte en clara y censurable oposición organizada a todos los proyectos de la Junta electa.
¿Y estos son cofrades? Me pregunté en las tres ocasiones. ¿Estos son los herederos de quienes nos legaron este tesoro de fe, de religiosidad, de arte y de cultura de nuestra Semana Santa?...
E inevitablemente reflexioné sobre las formas, eso que nuestra Duquesa, la de Alba, por supuesto, no puede ser otra, llama “la clase”.
Si se pierden las formas, si ante el volante nos saltamos las normas de tráfico y al anciano que camina delante de nosotros le damos un empujón para que no estorbe, en vez de cederle la acera… si agredimos a golpes al médico que nos atiende o al maestro que nos educa… ¿cómo vamos a pedir delicadeza y respeto en un mundo tan complicado y diversos como el de las cofradías?
Las actitudes reseñadas no son ni únicas, ni excepcionales… Significan simplemente una cosa: la duquesa lo diría con su voz personalísima: Falta de clase.
3 comentarios:
No, D. José Luís, esos no son los verdaderos cofrades. Lo malo, es que sí es lo que abunda.
Yo prefiero, con cualquier túnica o calzado, al que describe un famoso periodista en el último boletín del Calvario: " Ahora nos toca a nosotros, sus hermanos, los que nos deslizamos sobre los adoquines con las alpargatas de las Hermanas de la Cruz y disimulamos la estatura con el capirote que más se empina para llegar al cielo".
Un abrazo
Un abrazo, hermano
La "Falta de clase" es el pan nuestro de cada día, sobre todo en los políticos (de izquierdas y de derechas), otros de los que hacen gala de esa falta de clase, son algunos periodistas de ciertas televisiones que en sus tertulias nocturnas salvo una noche o dos, el resto son todos del mismo color, por lo que aquel dicho popular de "yo soy Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como" le viene como anillo al dedo.
Es el INTERés de ver la situación "parcial" de señores que se creen con clase.
Otras veces VEo como me recuerda las palabras de Jesús a Pedro "Antes que cante el gallo, tú me negarás tres veces" ¿y si le hubieran preguntado 7?. Pues aquí también se necesita clase para atacar. Y es que cuando uno quiere SEr persona con clase, esta, la mayoría de las veces falta en todos los sitios y lugares...hasta en el mundo cofrade ¡¡¡buen ejemplo!!!.
Un cordial saludo
Alberto Morales
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