Están aparcados en rincones que acaricia el sol dejándose ganar por la sombra que los protege. Se llaman remolques. Convendría añadirles un complemento a modo de adjetivo calificativo: remolques rocieros. Porque han canjeado su primitiva misión al servicio de las labores del campo, por la de sustitutos de las primitivas carretas del camino del Rocío.Los más crecidos, los más desarrollados adoptan un sustantivo distinto: carriolas. De aquellos bamboleantes carros empinados con el techo ondulado de lona a los que se uncían parejas de bueyes, se ha pasado a estas modernas construcciones rodantes. Ingenios que son como pisos adosados en dos alturas de cualquier barriada suburbial.
Ocupan cerca de las aceras generosos espacios, en días anteriores reservados a vehículos de gran tamaño y es posible que, delante de cada una, ya se muestre en su sitio el hacendoso tractor hecho a tirar de las rejas que arañan la tierra o a esparcir sobre ella semillas prometedoras de cosechas que habrá pedido un adelanto de sus vacaciones como es costumbre seguida por quienes durante el resto de las jornadas anuales desafían en su interior calores y tormentas sin interrumpir las labores que les pide el campo.
El Rocio es todo el año. Así lo pregonan en su mudez estos vehículos. El Rocio de la gente sencilla que inaugura una hucha recién terminado el camino de vuelta para poder desplazarse hasta las plantas de la Blanca Paloma cuando llegue el siguiente Pentecostés.
Cerca de la carriola, varada junto a la acera, un ama de casa esperará el momento de trasladar a su frigorífico el costo de toda la romería que habrá ido cocinando en ilusionadas horas anteriores y ya está empezando a estorbar en la cocina.
El martes siete llegarán las hermandades que inician el luminoso desfile (Málaga, Jaén, Almería, Lucena y Cabra) a la puerta de la Iglesia parroquial de Santa Maria Magdalena de Villamanrique de la Condesa ante la que se hallará formada con varas e insignias la Junta de Gobierno de la Primera, Real, Imperial y más antigua Hermandad rociera. Acabarán de dar las seis de la tarde. Empezará en ese momento un espectáculo indescriptible de profundo sabor romero honrado con el título de Fiesta de Interés Turístico de Andalucía que se prolongará hasta las nueve de ese día para continuar en los siguientes, del miércoles al viernes, desde las diez de la mañana.
Caballos, carros, enganches a la larga y a la media potencia… vetustas carretas arrastradas por pacientes bueyes… simpecados bellísimos en templetes argénteos… toda una Andalucía abierta a los rumbos del mundo integra esta caravana incomparable.
Las carriolas de los pueblos habrán dejado el hueco triste de su ausencia. Rodarán con ellos. Y, si en vez del rugido de los motores de sus tractores se escuchan mugidos de toros mansos, nadie se mostrará sorprendido.
2 comentarios:
Ya está aquí el rocío. Ya se han "partío las arcancías" A muchos, afortunadamente, nos tiemblan las carnes. Siguen soñando las margaritas y cada día está más cerca que nos llegue "la Paloma de la Gracia"
Pocos momentos hay mas bellos en el rocio que el paso por Villamanrique, los sevillanos del Salvador tendremos que esperar hasta el miércoles de vuelta para disfrutarlo.
Un abrazo.
Otro abrazo para tí.¡Que viva la Madre de Dios!
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