lunes, 9 de enero de 2012

El año del Calvario …

Ser agradecidos es de bien nacidos. No he podido conectar todavía a través del móvil con Fran López de Paz, pero le doy las gracias desde aquí por su dedicatoria en el “ Gota a gota” del ABC del Domingo.

Y a mi hermano mayor Alejandro Alvarado que inmediatamente nos ha puesto un “e-milito” a los tres periodistas que cita Cretario, mis fraternos compañeros Carlos Colón y Juan Manuel García y yo avisándonos de la noticia.

Alejandro debió sentirse ayer ilusionado y triste. A media mañana daba comienzo solemnemente el Año Jubilar con la apertura de la puerta santa que es la conocida como de Santo Domingo en el templo de Santa Maria Magdalena.

Estando todo dispuesto, se organizó desde el Altar Mayor una comitiva en la que figuraban el sacerdote con los dignatarios eclesiales,la Junta de Gobierno y los invitados, seguidos de Cruz alzada y ciriales, el Ministro con el Libro de los Evangelios y el Sacerdote que presidía.

Una vez llegados ante la Puerta, en el exterior del Templo, el Sacerdote hizo la Invocación Trinitaria procediendo el Secretario de la Hermandad a dar lectura al decreto de la Penitenciaría Apostólica del Vaticano que concede este privilegio.

Seguidamente, el Sacerdote llamó tres veces golpeando en la puerta y ésta se abrió y una vez abierta, tras una breve oración en silencio, se entonó el canto de entrada y comenzó la procesión que, haciendo una parada en la Capilla donde se veneran las imágenes de la Hermandad a fin de incensar al Cristo, se dirigió al Altar Mayor para hacer lo mismo en él.

Omitido el acto penitencial, la Misa continuó con el Gloria.

Si yo estuviera hoy en activo, hubiera podido redactar todo esto sin estar presente en la ceremonia y solo me hubiera informado por alguno de los asistentes de la identidad de la autoridad que hubiera presidido, el arzobispo o su obispo auxiliar. Ay, decepción: No asistió ninguno.

Mi hermano mayor en mi querida Hermandad del Calvario debe estar triste. Y los miembros de Junta. Y el público sencillo que estuvo allí, a pesar del aire frío. Contamos con un Monseñor: El cura párroco, que lo es y a mucha honra. Hasta a él se le notaba el disgusto.

No hay comentarios: