Huimos de la palabra y postergamos o escondemos ese capítulo postrero de la vida de una persona que es la ancianidad, cuya referencia sustituimos en el discurso por el concepto que parece menos degradante de mayoría de edad.
Tres respetabilísimos mayores,o sea tres ilustres ancianos, han sido reunidos por el culto a la ejemplaridad: un cardenal y dos catedráticos.
El purpurado es el muy querido de los sevillanos Fray Carlos Amigo, su Arzobispo emérito. Los dos enseñantes doctores, Clavero y Olivencia.
El primero ha cedido su nombre para distinguir un galardón con el que Diario de Sevilla pretende premiar anualmente a personas de la máxima ejemplaridad para la sociedad civil sevillana.
El segundo ha presidido el jurado que, en esta primera edición, ha estimado por unanimidad concederlo a don Carlos como reconocimiento a sus méritos humanos, sociales y culturales.
Arzobispo de Sevilla entre 1982 y 2009 y cardenal desde 2003, a Amigo se le considera una figura esencial en la ciudad durante casi tres décadas.
A su antecesor, Bueno Monreal, le tocó actuar como obispo coadjutor en los últimos años del difícil Segura y Saenz y, como arzobispo, en la recomposición de aquellas peculiares relaciones con el Franquismo abriendo después la Iglesia de Sevilla a la Transición.
Amigo Vallejo se vio obligado a afrontar problemas nuevos. Nada menos que la conducción de la barca de Pedro en los primeros tiempos de la democracia con el socialismo en el poder.
Complicados días para la Iglesia. El Cardenal, ahora premiado, supo vivirlos con el timón siempre en su mano, firme, pero dúctil y manejada con inteligencia.
El premio ha unido a estas tres personalidades de la vida de la ciudad. Para decirlo con el lenguaje maquillado que se lleva, tres mayores de edad. En realidad, tres ancianos, sabios y venerables que, con su ejemplaridad, arrojan un mentís silencioso y digno a los que marginan a la tercera edad aduciendo que ya no sirve para nada.
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