Es menester ver la liá que han organizado en televisión esos del gobierno que afortunadamente se han ido. O que han salido defenestrados (fenetre es ventana en francés, o sea a través de la ventana) impelidos por esa fuerza arrolladora en salva sea la parte forjada en las urnas de la libre expresión del pueblo que estaba ya hasta los cataplines de su rapiña y de sus acumuladas torpezas.
Cualquiera que tenga la paciencia de ir anotando minuciosamente las alteraciones de denominaciones y sintonías advertirá los cambios incesantes. Televisiones nuevas que aparecen de la noche a la mañana. Indicativos familiares que se esfuman como por ensalmo. Nuevas ofertas. Inesperados ofrecimientos. Todo un magma en ebullición.
Hay un mundillo económico que se palpa escondido detrás de esas pantallas luminosas. Empresas neonatas surgidas al amparo de la sombra del poder. Organizaciones poderosas del negocio de los medios de comunicación que se niegan a ser marginadas…
Y, mientras tanto, cabe preguntarse por el sagrado aspecto humano de esas transformaciones.
Alguien lo puede pasar mal de aquí a muy pronto. Un recorte de la separata “Economía y empresas” del diario El Mundo del último domingo ha venido a confirmarme estos temores.
Se lee en él que la dirección de la televisión autonómica de la Comunidad Valenciana, Canal 9, ha dejado de ocultar que tendrá que presentar un expediente de regulación de empleo. Tiene 1,800 personas en plantilla (más que Antena 3, Telecinco y la Sexta juntas) y su deuda asciende a 1.134 millones de euros.
Pero no es un ERE lo que hay que hacer aquí ni en ningún otro supuesto parecido, sino una Auditoria. Un análisis científico y riguroso realizado por terceros debidamente acreditados y absolutamente independientes que saque a la luz los entramados escondidos de ese Ente público.
Y, además, una encuesta con preguntas formuladas con libertad en la que cada trabajador responda a cuestiones tan sencillas como las que demuestren qué hacen… cuánto cobran por hacerlo…por qué ocupan ese puesto… y otras similares.
Si nada de esto bastase, queda una última decisión: esa que me ha servido para encabezar estas líneas: la rebelión de los que de verdad currelan todos los días.
El día en el que todos los operadores de cámaras, equipos de sonido, controladores de audio y video, presentadores, plumillas y restantes componentes de la fauna que saca los programas every day, se pongan de acuerdo y paren a fin de que los jefes y paniaguados políticos que todos conocen que se lo llevan calentito hagan por una vez el trabajo que realizan ellos se va a ver un espectáculo.
No se si alguno de mis viejos compañeros que se fueron a Valencia leerán esto. A ellos se lo brindo. Manda collons.
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