En la artesa donde se amasan las palabras, instantánea fue moldeándose empapada de un aditamento que es como el principio activo con el que se denomina el latido del tiempo: el instante.
Desde que salió, pretendió ayudar al hombre a conseguir uno de sus sueños: parar el reloj, detener el curso de las horas.
Y lo consiguió valiéndose de ese artilugio mágico que es la cámara de fotos.
La instantánea se logra con un disparo que es una monumental paradoja porque aquí no es mensajero de la muerte ni de la destrucción como el del fusil, sino de la vida cuya fugacidad imparable quiere detener para perpetuarla.
El pasado jueves se presentó en el remozado palacio de los Marqueses de la Algaba, dedicado a sede de la Tenencia de Alcaldía de Participación ciudadana ,“Sevilla en blanco, negro y color” album de fotos de Jesús Martín Cartaya. Un libro que está hecho con palpitantes instantáneas. Zurrón cinegético de un cazador de momentos que no salieron de la paleta de un pintor sino del arrobo de un enamorado de Sevilla.
En todas resalta un evidente deseo de inmortalizar la imagen, paralizar la escena, trasladar a la quietud del papel la imparable movilidad de la existencia. Y con ello hace retornar al presente lo que ya es pasado, acerca al hoy lo que fue ayer y vuelve a dotar de vigencia a lo que la había perdido.
Se subtitula: Memoria gráfica de la Ciudad (1950 – 2011) y
es un libro con gancho. Voy a contar por qué.
Sus autores tuvieron la amabilidad de traérmelo personalmente, lo dejaron encima de la mesa de mi escritorio y allí quedó mientras yo les acompañaba a la puerta para despedirles.
Cuando regresé lo ojeaba mi hija… y me costó la misma vida que abandonase su lectura… Fui a recuperarlo, pero mi mujer quiso ver unas imágenes que le había ponderado ella y se lo tuve que dejar… creí que al fin podría ser mío, pero acudió mi nieta Marta que no solo deseaba contemplar como era el paseo de caballos en la feria de sus abuelos, sino que inició una catarata de preguntas que enlazó con otras curiosidades en torno al significado de las fotos que seguían y me mantuvo enredado entre páginas y recuerdos un rato largo.
¿Tiene o no tiene gancho el libro?... Son casi 370 fotografías (366 para ser exactos) –muchas de ellas inéditas-, con un breve texto explicativo de aquellas que se ha considerado oportuno para su mejor comprensión, redactado por Álvaro Pastor Torres, autor también de la selección y organización de las imágenes.
Las preceden dos textos del Alcalde y del Teniente de Alcalde delegado de Fiestas Mayores en nombre del Ayuntamiento de Sevilla que ha patrocinado su edición y se enriquece también con un prólogo de Antonio Burgos y un epílogo de Francisco Robles.
Satisfecho puede quedar Jesús Martín Cartaya de este trabajo que le acredita como discípulo de Serrano y de Luis Arenas, colaborador de ABC de Sevilla, la agencia EFE, el diario Suroeste, el Boletín de las Cofradías y un sinfín de publicaciones de temas cofrade, taurino, flamenco, costumbrista y cultural.
Y también deben ir las más sinceras felicitaciones para el autor de los textos , Alvaro Pastor Torres,licenciado en Geografia e Historia, profesor de Historia del Arte, escritor y crítico taurino, aunque en su autobiografía él destaca los titulos complementarios de Ayuda de mozo de espadas, archivero ocasional, picador frustrado, cicerone y asiduo paseante por Sevilla.
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