Versión muy puesta al día de aquella canción, ”Mamá, quiero ser artista” de la que hacía una interpretación magistral llena de ritmo y picardía, Conchita Velasco.
La mujer
arrolla. Nunca antes como ahora las primeras páginas de los periódicos y los
titulares de cabecera de los noticiarios de la radio y la televisión
contuvieron tantas menciones protagonistas a cargo de las féminas.
Pero ellas, además de reivindicativas, son listas y despabiladas. No ven salida a las carreras universitarias. Empiezan a no desear suplantar a los varones como mujeres empresarias. Y, por si fuera poco, tampoco les atrae ya preparar cualquier oposición reñida para ocupar un puesto en la administración como funcionarias.
¿Qué quieren
ser las muchachas de hoy?... No artistas, como le pedía Conchita a su
progenitora, sino políticas. Y no políticas sin más, sino políticas de aparato.
Vamos, que el ejemplo de Susana Díaz no pasa inadvertido a los ojos abiertos y
vivarachos de las adolescentes que se sitúan con los músculos tensos en la
parrilla de salida de la carrera de obstáculos de la vida profesional.
Nada menos
que la batuta y el pódium del director de esa gran orquesta desafinada que es
la Comunidad autónoma andaluza esperan el arribismo de esta política ascendente
con pretendida sonrisa cautivadora.
¡Cómo para
no convertirse en ídolo de jovencitas ambiciosas!
La rutilante
luz que desprende puede llegar a ser la del faro que ilusione sus vidas.El
mundo de la mujer, con ella en la escena, se divide en dos: las que se dedican
a la política y las que se dedican a otra cosa. Y, dentro del primer apartado,
figuran las que abrazan la cosa pública al estilo tradicional, como fruto y
consecuencia de unos ideales y de una postura de entrega y servicio a la
comunidad, y las que son como ella. Las primeras existen. Ella y las de su
estilo, progresan. (En su beneficio, claro. El romanticismo es una antigualla
inútil)
Mamá, quiero ser política… Podría convertirse en la canción del verano.
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