viernes, 14 de noviembre de 2014

¿CHAMPAN?... ¿QUÉ CHAMPAN?


Mi abuela Juana María, con la gracia tartésica de sus coetáneos de la antigua Murex, hoy Villamanrique de la Condesa, decía de  quien miraba con un ojo semicerrado, como le ocurre al independentista catalán Oriol Junqueras,  que tenía un ojo “cagao”.

Esa era su frase. No la mía. Me limito a reproducirla con el cariño que me suscita su recuerdo, similar, a sensu contrario, al desprecio que me ocasiona la estilizada figura (cierra comillas) del atravesado político de la Generalitat.

Debo reconocer que me produce náuseas evocar su imagen grasienta y la de su escudero Artur Mas, inmerso éste en la burbuja que él mismo se ha creado llena de tics insoportablemente chulescos. Lo hago empujado como aquel Vicente que caminaba donde iba la gente.

Estamos a mediados de noviembre. A un mes mal contado para las Navidades. No se cómo se dice cabreado en catalán, pero imagino que los empresarios de la tierra estarán así. Sobre todo los del champán.  Vaticino que pierden el tiempo.

A Mas lo han vacunado de mesianismo y a Junqueras le vienen muy bien sus síntomas de inoculación.


En este nuevo viaje de la Bounty el iluminado president es el soberbio y orgulloso capitán Bligh, pero todavía no ha aparecido el necesario y eficaz Marlon Brando que ponga fin a la aventura suicida.

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