jueves, 21 de mayo de 2015

SORPRENDENTE ROCÍO


No salgo de una sorpresa cuando entro en otra. Sorprendente fue para mí el itinerario cofrade de la Hermandad del Rocío de la Macarena, a la que hace años admiré en la Raya Real por su número de tradicionales carretas tiradas por bueyes, yendo a despedirse del Señor del Gran Poder con una solitaria carreta de acompañamiento que, además, llegó tarde y tuvo que alcanzar al Simpecado cuando éste se hallaba ya en la calle Torneo cortando por Teodosio…

Sorprendente fue encontrar al electricista autónomo que me arregla las averías como experimentado tamborilero igualándose en su interpretación de las sevillanas del Olé nada menos que con Félix de Villamanrique…

Sorprendente la magnífica descripción que hizo la televisión del Correo de la Carreta Simpecado de Salteras, la Hermandad que se estrena este año como número 116 de las filiales de la Matriz, obra del insigne escultor Francisco Reyes Villadiego…

Y sorprendente, por último, la expresión “pórtico de la Gloria” que reiteradamente he oído en boca de mis jóvenes compañeros de la descripción televisiva denominando así la puerta de la manriqueña Iglesia parroquial de Santa María Magdalena a la que se asoma recibiendo a las hermandades el Simpecado de la Primera y más antigua hermandad rociera.

(Supongo que los gallegos que llaman así a la decoración pétrea de la entrada de la Catedral de Santiago de Compostela, obra cumbre del arte románico, donde termina la peregrinación jacobea, se sentirán muy orgullosos. A no ser que pidan copy right).

Todo esto, sin embargo, no puede ni arañar ni anular la emoción de los que están y de los que acuden a contemplar ese espectáculo de genuino andalucismo en el que todos los boyeros y los carreteros rivalizan para demostrar su pericia conduciendo las yuntas de bueyes o los tiros de mulas hasta hacerles subir los siete escalones que llevan al  porche eclesial para situar cada Simpecado en la frontal cercanía de la antigua Insignia peregrina de la histórica Murex.

Más que alarde, es un derroche
de andalucismo arraigado.
La carreta Simpecado
tras los bueyes,sube al porche.
Y, a la escena,pone broche
 la emoción y el vocerío
cuando coréa el gentío
esos ¡vivas! que recita
voz de plata, una mocita

a la Virgen del Rocío.

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