miércoles, 18 de enero de 2017

UNA BOMBA A LOS PIES DE SUSANA


Vuelve a cargar la señora Cifuentes contra los andaluces. Y torna a decir después que espera que no nos enfademos. No sé qué es peor si la carga o la esquinada suposición de que los andaluces somos tan tarados mentales que nos tranquilizamos con unas meras palabras suaves después de haber recibido un tortazo en la cara.

La señora Cifuentes es como para invitarla a una caseta de feria. A buen seguro que saldría de ella diciendo que el jamón de pata negra estaba chupado y la manzanilla se había torcido antes de echarnos la mano por el hombro y añadir su suposición de que no nos habríamos enfadado porque dijera eso.

Menos mal que la presidenta de la Comunidad de Madrid tenía enfrente a nuestra Susana que, como siempre, no se mordió la lengua y le soltó lo que merecía.

Pero yo creo, por andaluz y por viejo que no debía quedarse ahí. Y ya se sabe que el diablo sabe más por viejo que por diablo.

El enfrentamiento sucedió en la conferencia de presidentes autonómicos y en ella la armonización fiscal que pretendía nuestra presidenta no llegó a incluirse en el documento final. La dirigente andaluza considera que el modelo actual facilita la  existencia de comunidades que reciben mayor financiación lo que les ha permitido suprimir el impuesto de sucesiones. No así Andalucía que se ve obligada a mantener este tributo con el fin de sostener sus servicios públicos.

Pues, no, respetada presidenta. El impuesto de sucesiones es una bomba de explosión retardada que tiene usted bajo sus pies. Es el impuesto más injusto de la Comunidad. Morirse en Madrid es más barato. Los andaluces pagamos a la Consejería de Hacienda cien veces más de lo que abonaríamos en la capital de España y hay muchos que se ven obligados a renunciar a testamentos a su favor porque pierden menos. Lo cual constituye una lamentable paradoja.

Un médico y abogado gaditano ya ha recurrido al Tribunal Constitucional. Cuando falle a su favor que es de imaginar que será así y otros sigan su ejemplo ¿qué va a pasar?...

A usted le toca anticiparse a la jugada. Siga respondiendo a la señora Cifuentes con contundencia. Pero no se quede ahí.


¡Ah! Y no la invite a su caseta.

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