viernes, 24 de abril de 2009

La verdad sobre los besos de Loreto.

Tenía yo ganas de encontrarme a Manuel Loreto y conocer su versión de los hechos que había protagonizado en la comida al pregonero de la Semana Santa, ampliamente divulgados y no menos controvertidos desde la descripción inicial de los mismos que firmara Cretario en las páginas de ABC.

Y, miren ustedes por donde, me lo encontré ayer a la salida de los toros cuando ya la noche, acabada de estrenar, acoge a las tertulias que se forman en los veladores de los bares cercanos a la plaza.

Recordarán que yo recogí esa anécdota, citando, como es natural, su procedencia que figura aquí en la relación de textos pasados (“Besos al arzobispo”, martes 31 de marzo de 2009) y me sorprendió, como no podía ser de otra forma, el atrevimiento de Loreto y la que se daba como inmediata reacción, supuestamente destemplada, del arzobispo Asenjo. Bueno.Pues no hubo ni una cosa ni la otra.

Cuenta Manolo que, en efecto, el estuvo en esa comida como siempre hace desde que aprendió a cantar saetas, para rubricar con su voz los postres tanto de ese ágape como de otros singulares entre los que se halla el de final de cultos en honor de la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso de la Hermandad del Gran Poder, de lo que yo puedo aportar este año humilde testimonio. Y que, al terminar, con el estribillo de las afamadas sevillanas que memorizara el Papa anterior,

No te vayas todavía…
No te vayas por favor…
Que hasta la guitarra mía
llora cuando dice Adiós…

a la que el introdujo alguna modificación puntual cambiando guitarra por garganta,
los asistentes prorrumpieron en un aplauso cerrado… el cardenal, emocionado, lo llamó y lo abrazó y él, atendiendo el ademán del Arzobispo Coadjutor que aplaudía como los demás, no quiso que fuera menos y que, cuando repetía con él el abrazo,Monseñor Asenjo aprovechó la cercanía para preguntarle al oido:

-- …. ¿Dónde están lo servicios?

A lo que Loreto repuso, contestando con la misma discreción sobre la oreja contraria:

-- …. Al fondo del salón, una puertecita a mano derecha.

Dicho lo cual contempló cómo el purpurado se levantaba dirigiéndose presuroso en la dirección marcada impelido por su momentánea urgencia fisiológica.

No hay, pues, nada del mua, mua… Ni del abandono apresurado del señor arzobispo, molesto por alguna frase o circunstancia inadecuadas. Todo lo contrario. Y la prueba de ello es el rostro de tranquilidad que exhibió a partir de entonces.

Loreto lo ratifica expresivamente:
-- ¡De muá muá, nada! Hubiera sido una falta por mi parte besar en la cara al Arzobispo recién llegado… ¡Con el respeto que le tengo yo a los gorritos coloraos!

5 comentarios:

Angelmo dijo...

Pues así es todavía más divertida la anecdota. La realidad, una vez más, supera a la ficción.

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

D.José Luis, conociendo a Manuel Loreto es más fácil creer lo de los besos que la indicación del mingitorio.
Sea cual sea la verdad me quedo con la primera versión que, para mi al menos, es más divertida.
Un abrazo.

victor dijo...

Hola me llamo víctor he visto tu blog es genial y muy original por eso te invito al mio es miscosaspreferidasdevictor.blogspot.com.No es gran cosa pero te divertirás.si quieres deja un comentario porque me gusta leerlos.

Anónimo dijo...

Haber qué le parece a usted este blog.

http://bibliotecaaljarafe.blogspot.com/

Angelmo dijo...

A ver qué tipo de biblioteca será esa.