El escritor y cineasta nacido en Melilla, que vive en Francia desde 1955, Fernando Arrabal, fue testigo de excepción ayer de la gran faena ejecutada por Morante en la Real Maestranza de Sevilla. El dramaturgo y poeta, presenció la magistral actuación del de la Puebla desde un burladero de callejón detrás del llamado de la segunda suerte gozando de un arrebato al final que le llevó a lanzar sus gafas al ruedo a los pies del torero.
El diestro, durante su triunfal vuelta al ruedo, se le acercó agradeciéndoselo efusivamente.
No me extraña nada de esto. Hace años le escribí este soneto:
Dichoso quien dibuja su toreo
tocado por la gracia y por el arte.
Dichoso el que, queriendo o no, comparte
con genios y con trasgos, coliseo
Dichoso, gran Morante, quien te viera
En una de tus tardes de grandeza
¿Te acuerdas de Jerez?... ¡Cuánta belleza
con Paula y sus amigos en barrera!
Figuras de tu estilo hay muy pocas,
Que Mozart y Van Gogh no menudean.
Por eso van la gentes como locas
y esperan de tus hados, quienes sean,
que escuchen los olés que, de sus bocas,
te lanzan cuando bajan y torean.
Está en la página 45 de “Balconcillo de sol” un librito de versos taurinos editado por Rosa Libros en 2006.
1 comentario:
Dichosos nos sentimos quienes ayer disfrutamos en el Templo Sagrado de la tauromaquia de la sinfonía que dio el de la Puebla.
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