La Hermandad del Sol quiere recuperar una antigua tradición de la Semana Santa sevillana, la de soltarse la cola del hábito de nazareno en señal de duelo por la muerte del Señor.
Y un cofrade del Aljarafe, Rafael Villegas, amigo de ArteSacro que recoge esta noticia, informa que la Hermandad de la Soledad, de Olivares, ha mantenido esta tradición de forma ininterrumpida durante sus casi tres siglos de existencia, soltándose los nazarenos las colas en señal de duelo cuando desfilan por la Plaza de España, que siempre fue allí el sitio “de gala”, como lo es la Plaza de San Francisco en Sevilla.
El de las túnicas de los nazarenos es un tema sobre el que no conozco mucha bibliografía. Pero puedo beber de un trabajo del recordado Juan Infante y Galán para La Cruz del Campo que publicó Guadalquivir Ediciones y un serial aparecido en la Cuaresma de 1990 firmado por Julio Martínez Velasco.
Cubrirse los pecadores arrepentidos con pobres vestiduras de burdo tejido, como signo de arrepentimiento y propósito de cambiar de vida es antiquísimo. Aparece en el Antiguo Testamento y se repite en el Nuevo. El uso de vestiduras penitenciales, pues, se encuentra en los primeros siglos de la Iglesia y se va adoptando con el decurso de los siglos para el cumplimiento público de la oración penitente.
Cuando en los Viernes de Cuaresma se organizan procesiones de cristianos que se flagelaban, empalaban o se alumbraban con hachones encendidos originando las dos categorías cofrades de hermanos de sangre y hermanos de luz que hoy conocemos como penitentes con cruces o nazarenos con cirio, estos desfiles son luctuosos rubricados por lamentos de trompetas destempladas y con las colas de los penitentes arrastradas por el suelo.
Las túnicas con las que se cubrían eran herederas de “la loba”, prenda de paño negro, usada por nobles, letrados y clérigos de la Baja Edad Media en los lutos oficiales de reyes o personajes reales para mostrar su sentimiento de pesar. Infante y Galán afirma que “en los lutos de aquel tiempo, la loba cerrada y su mayor o menor longitud de falda o cola eran señal de mayor o menor sentimiento de dolor”.
En la actualidad los ropones del Santo Entierro derivan de esta prenda medieval y las más antiguas descripciones de los hábitos penitentes se encuentran en las Reglas del Silencio de 1356 a las que pueden añadirse las precisiones para el atuendo nazareno de la primera mitad del siglo XVI que figuran en las Reglas de la Hiniesta de 1515.
La tradición existe pero es tan primitiva que se pierde entre los pliegues y recovecos de la historia. Volver a ella puede parecer acertado siempre que no signifique apariencia de teatralidad sino señal de dolor y penitencia recordando la Pasión y Muerte de Jesus.
("LA RAZÓN": Jueves 11 de marzo de 2010)
6 comentarios:
Esa precisamente es el significado que la hermandad del Sol quiere darle al arrastrar sus nazarenos sus colas. No hay teatro con una cosa tan seria como jugársela en la primera estación de penitencia a la Catedral. Simple y llanamente se quiere señalar, como señala con sus llagas abiertas el Varón de Dolores, las heridas que sufrió por nosotros.
Un saludo.
No todo lo pasado fue mejor, ni tenía más sentido la forma que las adoptadas actualmente.
La penitencia y el dolor no pueden ser cosa de un día y en una situación determinada.
Eso es rizar el rizo y suena más a protagonismo que a verdadero sentido penitencial.
Un abrazo
Que vuelvan pues las cruces de manguilla...
Retomar tradiciones perdidas es un arma de doble filo. En Sevilla el personal tiene las ideas muy confusas sobre el concepto tradición.
Debe hilar fino la querida hermandad de la Virgen del Sol.
Saludos, y muy buen tema...
Este tipo de recuperaciones no suelen tener éxito en esta ciudad, por la idiosincrasia de la misma. Algo que debería ser un debate secundario está teniendo una repercusión desmedida. Por supuesto, hay gente a la que le irrita el tema de la indumentaria de los nazarenos. Pero si ciertas Cofradías preparan con tesón las coreografías que presentarán las cuadrillas de costaleros de sus pasos de misterio en La Campana y nadie dice ni pío (muy al contrario, hay que ver la de orgasmos sentimentales que se reparten por el respetable cuando tal paso o tal otro da un izquierdito o se deja caer en los costeros), ¿por qué tanto ensañamiento por unas simples túnicas?
Saludos.
Excelente artículo y excelente Hermandad del Sol.
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