No se llamaba ni Cayo Julio ni Marco Aurelio, ni mandó nunca ninguna legión romana.Ni fue seleccionado por los tribunos siguiendo las órdenes de los cónsules. Pudo llamarse Cayo Manuel y nadie se dio cuenta de la cara de oficial superior de las legiones romanas que tenía hasta que Juan Manuel Miñarro, el gran imaginero, cubrió su cabeza con un casco de cimera, le puso en la mano un sarmiento como símbolo de su grado en la milicia y lo subió al paso de misterio de la Hermandad del Cerro.
Se llamaba Manuel Lorente Garfias, era periodista y tenía toda la gracia del mundo hija de una rapidez mental envidiable.
Fue miembro de la Asociación de la Prensa y estuvo muy vinculado a ella, ocupando cargos directivos desde finales de los años sesenta hasta el 31 de enero de 1989.
Ingresó en 1960 en el diario “Pueblo”, del que en 1974 fue nombrado redactor jefe y delegado en Andalucía. Tres años después se incorporó a la Redacción del diario ABC de Sevilla, donde ocuparía plaza de redactor jefe, ejerciendo al mismo tiempo la crítica de Arte, y como profesional de la radio escribió y dirigió distintos espacios en Radio Vida (COPE), Radio Sevilla y La Voz del Guadalquivir.
Un día me hizo saber que sus nietos cuando se asomaban para ver la cofradía decían siempre: “vamos a ver al abuelo”.
El otro día se lo llevó Dios. Afortunadamente los chiquillos siguen teniendo esa hermosa escena evangélica en torno a la imagen del Cristo del Desamparo y Abandono para evocarle todos los años.
Yo lo recuerdo ahora desde estas modestas líneas pidiendo por su alma.
1 comentario:
que descanse en paz y su alma encuentre el consuelo en las manos de dios padre.
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