No. No voy a ir a Barcelona a la corrida de José Tomás.No me considero ni “tomasista” ni “antitomasista”, pero sí me he apartado siempre del flagelo personal.
La Feria de la Merced de Barcelona, como ya dije en este mismo Blog, alumbra en mi memoria esos gratos recuerdos de la ciudad perla del Mare Nostrum y puerta de Europa orgullosa de su cultura, hospitalaria y seductora.
Nada que ver con la que se dibuja tras la publicidad desatada por el evento taurino:
“Domingo, 25 de septiembre de 2011 a las 18:00 horas
Plaza de Toros Monumental
Es muy probable que José Tomás sea privilegiado protagonista de la última corrida que se celebre en Catalunya. ¿Vas a perdértela? El torero del momento, el maestro de maestros en la histórica plaza Monumental. Hazte con tu entrada ya”
¿Para presenciar en “Catalunya” el acto fúnebre de la ejecución de la condena a la Fiesta Nacional?.
Pues, no. Aficionado soy, masoquista, no. Y Cataluña está como para salir corriendo. Hasta los catalanes, más catalanes lo dicen ya en público y en privado. La minoría se impone sobre la mayoría y el veneno de las ideas partidistas se derrama desde el borde de la desinformación.
No es que unos desconocidos prendan fuego a la bandera de España y a la foto del rey, sino que familias abiertas por mitad viviendo una parte allí y otra en Andalucía se enfrenten irreductiblemente porque se queje la facción catalana de que le paga los impuestos a la andaluza.
Así no es extraño que el presentador del informativo matinal, el periodista Manel Fuentes, mantuviera en la emisora de la radio pública catalana una agria conversación con el catedrático de Economía, Vicenç Navarro que ha sido extraordinariamente censurada en las redes sociales.
Ni tampoco puede extrañar que economistas de prestigio como Mikel Buesa persista en la opinión que publicó en “La crisis de la España fragmentada” afirmando sin paliativos que “si Cataluña se independizara, su PIB caería un 25 por ciento.”
Son realidades que los políticos catalanes del momento no quieren ver y que los catalanes hartos de inexactitudes ocultan cada vez menos, aunque se perfile muy alejada esa tarea de recuperación que proclame la falsedad de los totalitarismos separatistas y restablezca la verdad histórica libre de odios y manipulaciones.
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