Las manos a la cabeza hay que echarse ante la dureza de los recortes que ha impuesto a sus conciudadanos el Gobierno Catalán.
Si continúa siendo cierto eso de las barbas del vecino, la tembladera es de fiebre de cuarenta y el único antídoto es que el señor Mas, que a partir de ahora debería llamarse el señor Menos, afortunadamente no habrá de gobernarnos al resto de los españoles.
Es inquietante el nivel de desprotección que está alcanzando la ciudadanía ante la golfería y el despilfarro de quienes la conducen a lomos de decisiones caprichosas y posturas egoístas solo encaminadas a beneficiar a los que les mantienen en el machito.
Para atender sus demandas existe en el país, por ejemplo, ese número aterrador de empresas públicas deficitarias y de consulados y embajadas de cuya creación fue el inefable Carod Rovira esencial propulsor que, si desaparecieran, suavizarían notablemente los desequilibrios de las finanzas sin necesidad de meter la mano en el bolsillo de los de mayor edad.
Llegue usted a viejo para esto.“Los ancianos y los niños primero” ordenaba el capitán a bordo de la nave que se hundía. Mas ha gritado lo mismo, pero ensartando la tijera y corriendo tras los vejetes con espíritu asesino.
Cerca de cuarenta y ocho millones de euros deben las empresas públicas. Eso es una barbaridad. Y Mas debe saberlo porque muchas son catalanas. ¿Por qué no empezar por ellas?... El Gobierno balear se ha propuesto eliminar noventa y dos. No parece gran cosa, pero el ahorro supone ciento quince millones y la medida es un ejemplo para los gobernantes que a la hora de imponer recortes solo se fijan en los más débiles.
En estas circunstancias imagino que el Inserso habrá suspendido sus ofertas de viajes por las playas y las capitales catalanas. Lo contrario supondría declararlas desplazamientos de alto riesgo.
Porque está visto que en esta Cataluña que cada vez se entiende menos, sobre todo cuando Mas deja de hablar en catalán, no se puede ser ni viejo ni torero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario