sábado, 6 de octubre de 2012

De desafíos estúpidos a palabras arriesgadas.

Lección magistral la que pronunció la noche del pasado jueves en televisión Manuel Pizarro. Alto y claro. Parece que ha llegado la hora de llamar a las cosas por su nombre. El juez Santiago Pedraz no se ha mordido la lengua y ha tildado a la clase política con los epítetos más duros que puede permitirse un administrador de la Justicia. Vergüenza debería dar a los afectados. Pero la ocultan. Sin embargo han superado la raya de tiza del “respetamos la decisión de la Justicia” para llamar al togado “pijo ácrata”. Ya tenemos una frase de recambio para la reciente “¿te sientes oxidada?” de Mariló a Anne en el ejercicio sutil de la esgrima verbal. La Casado se libra. Cada vez lo hace mejor. Y está consiguiendo que aceleradamente caiga en el olvido su predecesora, Ana Pastor, la guapa hormiguita negra, ducha en pegar traicioneros mordisquitos voraces en los tobillos de sus incautos entrevistados. José Bono hasta se mete con sus compañeros desde el libro que acaba de escribir, pero se protege en la cercanía de Felipe y Zapatero. Guerra no estaba. Bien…. O mal ¿chi lo sa?. Para gaznápiros nunca ha estado Alfonso. Y, mientras tanto, Carmencita Chacón, la que no pudo con Rubalcaba, abre sus ojos grandes y su sonrisa cautivadora para calificar el desafío estúpido y arriesgado de Artur Mas como el viaje a ninguna parte. La televisión así no necesita ni princesas del pueblo ni Wyomings absurdos. Hay una palabra que se abre paso para llegar a las conversaciones de las barras de los bares: soberanista. Pero va acompañada de epígonos incongruentes. Y reflexiones pragmáticas. El dinero huye de Cataluña. Carmencita ha borrado su sonrisa para advertir que la bolsa sona si el ruido no existe. Sobre el atolondrado suicidio soberanista del señor Mas, la Chacón se ha puesto seria pronunciando palabras graves: es temerario intentar tapar los fracasos clamorosos del gobierno de CIU con esta propuesta. Antes el profesor Pizarro había tomado en sus manos una frase catalana muy actual: Ahora no toca. San Ignacio , épocas atrás, lo escribía a sus seguidores de la más formidable compañía que contemplaron los siglos: En tiempos de tribulación no hacer mudanza.

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