lunes, 8 de octubre de 2012
Un reinventado caciquismo.
Hay que volver la inquietud lectora a los protagonistas del siglo diecinueve y trasladar a nuestra época sus sabias enseñanzas.
Vuelven los caciques. Aunque los de hoy se precipitaron descaradamente a tomar asiento en su sillón gestatorio a hombros de la democracia a lo que difícilmente se prestaron aquellos dueños ensoberbecidos de pueblos y aldeas, poseedores de su riqueza en dehesas y campos de labor que administraban caprichosamente concediendo sueldos y prebendas exclusivamente a los que, a cambio, les votaban en las urnas.
Estas prácticas abusivas son antecesoras del conocido mecanismo empleado en la actualidad mediante el cual el partido que llega al poder mantiene intocables los devengos de los que le precedieron; amplia las plantillas de empleados públicos; crea empresas y entes autónomos no sometidos al control de la doctrina administrativa en los que dispone de facultad no restringida por oposiciones o concursos para colocar libremente a parientes, simpatizantes y otros afectos y, como consecuencia, ensancha la base electoral para perpetuarse en el poder.
Artur Mas ha subido en Cataluña el número de entes autónomos administrativos a veintidós… dispone de tres entes comerciales o financieros…cuarenta y cinco de derecho público… treinta y ocho sociedades mercantiles con finalidades diversas…cincuenta y siete consorcios… cuarenta y tres fundaciones…etc.etc. hasta hacer un total de 208 organismos con actividad paralela a la propia administración catalana.
Y además sus numerosos funcionarios cobran hasta 20.000 euros más al año que los del resto de España, una remuneración media de más de 55.000 euros anuales.
Es evidente que el Honorable guarda la diferencia elemental que le exigen los tiempos con el cacique denostado que trataba a sus obreros desde lo alto del caballo y agotaba su tiempo de trabajo duro controlando las horas a través del reloj que colgaba de su leontina de oro.
Pero aquel, pagaba de lo suyo. Artur Mas vino a Madrid con una mesita que le había prestado un trilero de las Ramblas para exigirle a Rajoy que le saldásemos su deuda todos los españoles.
Naturalmente Rajoy le dijo que no. Y ahora el catalán anda por ahí poniéndonos de vuelta y media y declarando en el New York Time que España le roba.
Ascolti… ¿No será al revés?
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