sábado, 8 de noviembre de 2014

DOÑA ANA



Hablar de ella en Noviembre tiene su morbo. La Doña Ana de hoy y de la que proyecto recordar algunas cosillas no es la novia de don Luis Mejías, el caballero gamberro que, en la obra teatral de José Zorrilla, discutía con otro de su calaña, don Juan Tenorio, en la Hostería del Laurel,  cuál de los dos había hecho  más daño con mayor fortuna.
Sabido es que, al relatar ambos sus conquistas, batallas ganadas, asaltos venturosos y otras fechorías y caer en la cuenta de que estaban empatados, deciden  una revancha en la que  esa misma noche, Don Juan debía conquistar a Doña Ana, con la que había de casarse Don Luis en tanto que Doña Inés de Ulloa, recluida desde poco después de nacer en un convento y prometida de Don Juan, sería seducida  por su amigo y competidor.
Aquella Doña Ana se apellidaba de Pantoja y no tenía hijas. La actual doña Ana no lleva el apellido y es la madre de una conocidísima sevillana que si lo lleva y al que da lustre y nombradía como estrella de la canción.
Ahora lo está pasando mal.
Doña Ana, su madre, permanece a su lado y así aparece en las fotografías de los insaciables reporteros gráficos como aquel mediodía que se nos mostró colaboradora y eficaz cuando fuimos Alberto Beato como cámara y yo como plumilla a la clínica de Fátima a entrevistarla para la Uno de Televisión tras haber dado a luz a su hijo Paquirrín.
Paquirri lo había prohibido, pero se había ausentado reclamado por algunas gestiones y aprovechamos la ocasión.
Doña Ana era Doña entonces y continúa siéndolo ahora. Nadie la ha desposeído de su dignidad. Antaño, feliz. Hogaño, preocupada y triste. Las vueltas que da la vida.


1 comentario:

Jacinto Morente dijo...

Que lastimita de la Pantoja. Pues no está condenada por un delito? A qué tanto defenderla por todas las televisiones y medios? Joer... que es una delicuente.