lunes, 18 de mayo de 2015

LO QUE MAS SE CANTA EN EL ROCIO


¿Más que las sevillanas del Olé?... Más. ¿Más que eso de “Lloran los Pinos del Coto”?... Más. ¿Más que “La buena gente”?... Más… ¿Más que…?...
Más que todo lo que pueda recordarse. Y todos los días. Y en  todas las Hermandades…

Lo que más se canta en el Rocío es “Salve, Madre”…

¡Ah!... Bueno; pero eso no es una canción. Eso es un rezo. Es la Salve a la Virgen.
La Salve litúrgica será la traducción de Salve Regina, Mater misericordiae que suele entonarse en latín, el idioma en que se creó y, durante algún tiempo, se atribuyó a Bernardo de Claraval. (Ahora se sabe que éste sólo añadió la invocación final: O clemens, o pia / o dulcis, Virgo Maria). Esto es otra cosa. Una Salve popular nacida en Sevilla y extendida rápidamente al Universo cristiano.

En las líneas que siguen voy a recordar cómo fue este nacimiento.

A finales de los felices veinte, cuando los sevillanos estábamos metidos en los preparativos de la Exposición Iberoamericana, se le ocurrió al Cardenal Eustaquio Ilundain y Esteban que ocupaba la silla arzobispal organizar un Congreso  Mariano en el que España, Portugal y las naciones de allende el Océano de cuyo conjunto muchas acababan de superar las tensiones de su emancipación, se dieran un abrazo fraterno amparados por la creencia compartida de la mediación de la Virgen María.

Agradó la  idea al Papa que era Pio XI y así tuvo lugar el Primer Congreso Mariano Hispano Americano que se celebró en nuestra ciudad  del 15 al 21 de Mayo de 1929.

El clérigo José de Vides y Sacristán, a la sazón párroco de San Pedro y San Juan Bautista, fue nombrado Secretario General y escribió la Crónica de esta magna Asamblea que dio para un voluminoso libro de mil sesenta y dos páginas y cerca de medio centenar de fotos en blanco y negro en donde quedaron recogidas las personalidades asistentes y algunos de los actos complementarios celebrados, entre los que se contaron una gran procesión mariana con la Virgen de los Reyes que recorrió las calles el domingo 19 de mayo, una Cabalgata Histórico Mariana, que lo hizo antes y la representación de un Auto Sacramental escrito por Calderón de la Barca y titulado “San Fernando y la Virgen de los Reyes”.

Un Congreso tan importante necesitaba su himno y recibieron el encargo de escribirlo el músico Eduardo Torres  y el poeta Restituto del Valle. Los dos, sacerdotes y el primero miembro de la Junta organizadora del Congreso en su calidad de Maestro de Capilla de la Catedral.

Fruto de su inspiración y su trabajo fue este tema de la polifonía religiosa dado a la luz inicialmente para órgano y masa coral y titulado en su origen “Salve, Madre, en la tierra de mis amores” cuya letra completa es la que sigue:            

Salve, Madre,
en la tierra de mis amores
te saludan los cantos
que alza el amor.
Reina de nuestras almas,
flor de las flores,
muestra aquí
de tu gloria los resplandores,
que en el cielo tan sólo
te aman mejor.

Virgen Santa, Virgen pura,
vida, esperanza y dulzura
del alma que en ti confía,
Madre de Dios, Madre mía,
mientras mi vida alentare,
todo mi amor para ti,
mas si mi amor te olvidare,
Madre mía, Madre mía,
aunque mi amor te olvidare
tú no te olvides de mí.

El autor de este hermoso poema, Restituto del Valle Ruiz, fue un Ilustre agustino, gran poeta y formidable crítico.

Nació el 10 de junio de 1865 en Carrión de los Condes, donde cursó el Bachillerato. Estudió Filosofía y Letras en Zaragoza y Madrid y la carrera eclesiástica en Valladolid y El Escorial.

Compuso la letra de numerosos himnos y cantos religiosos, como el «Himno a San Agustín» o el «Himno a la Virgen de Covadonga».

El compositor Eduardo Torres Pérez era valenciano, de Albaida, donde había nacido en 1872.

Fue  maestro de capilla, organista, compositor, crítico musical y director de coro.
Alumno de Salvador Giner y de Joan Baptista Guzmán en su etapa de infante de coro de la Catedral de Valencia.

Tras haber coronado con éxito sus estudios religiosos, accedió  a las plazas de maestro de capilla de las catedrales de Tortosa en 1895, y de Sevilla en 1910, iniciando así su etapa más prolífica.

Desempeñó la crítica musical de la edición sevillana del diario ABC desde 1929, y ejerció además el magisterio de música en el Hospital Provincial, en la Sociedad Económica de Amigos del País y en el Conservatorio.
Fue sucedido por Norberto Almandoz Mendizabal

Todos los años en el tramo final de los cultos solemnes al Cristo del Calvario, se cantan cada noche las famosas coplas al Cristo. La partitura es obra suya. (La letra, de Pedro Alonso – Morgado)

Y los devotos al Santísimo el día del Corpus o siempre que acompañan con cánticos una procesión eucarística, entonan “Cantemos al amor de los amores”, «Himno de los Adoradores» que fue el  oficial del XXIII Congreso Eucarístico Internacional. La letra es de Restituto del Valle. (La música, de Ignacio Busca)

Ante el Monumento a la Inmaculada en el vértice de las noches del siete y el ocho de Diciembre, la Sevilla tradicional que defendió el Dogma, se anticipa a que le rindan tributo las Tunas Universitarias, cantando el “Salve Madre”. Y cada vez que los rocieros miran a la Blanca Paloma que les espera en las marismas almonteñas, entonan esta invocación también.


Es lo que más se canta en el Rocío. Sin duda ninguna.

1 comentario:

Paulina dijo...

Que bueno el articulo! Visité el Rocio este invierno y me encantó! Me pareció una pequeña cuna de las raices andaluces. Le he dedicado un pequño post, espero que os guste:
http://paulinaontheroad.blogspot.com.es/2015/12/el-rocio-craddle-of-andalusian-folklore.html