viernes, 22 de enero de 2016

LOCUACIDAD EN SERIO Y EN BROMA


Creo que fue un filósofo árabe el que dijo  “la locuacidad es plata. El silencio, oro. Prefiero el oro”. Y se quedó callado. Ignoro hasta cuando, pero al filo de esa sabiduría, imagino que hasta cuando juzgase oportuno hablar. Es decir cuando todos a su alrededor guardasen compostura, cerrasen sus boquitas y aguzasen sus oídos. Exactamente todo lo contrario que sucede en esas reuniones en los platós de las diferentes televisiones en los que se sientan unos personajes que no dejan hablar a nadie, que se olvidan de las buenas formas y gritan, manotean y convierten el set en escenario chirriante de sainete antiguo.

No ha habido en los días que corren nadie en estas emisiones que no haya comentado las palabras del rey… (sin haberlas oído previamente) que no haya formulado las más peregrinas cábalas sobre el futuro gobierno (sin disponer obviamente de datos sobre su formación)… que no haya aventurado si va a llover o no en febrero y si la bajada del crudo al fin la notaremos cuando llenemos el depósito del coche.

Y, mientras tanto, va un gracioso, se hace pasar por el nuevo presidente de los catalanes, telefonea a la Moncloa  y le pasan directamente con Rajoy.

Pero ¿esto qué es?

¿A mí me dice siempre la voz metálica de la señorita que me atiende cuando llamo al señor que se cree importante que está reunido y con el jefe del ejecutivo que, aunque se halle en funciones, es el jefe del Gobierno, se puede hablar directamente?


No sé. No entiendo nada.

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