¡Qué rachita llevo!. Una mortuoria más. Primero fueron dos cofrades amigos. Ahora Maria de los Reyes Fuentes, poeta exquisita y cultísima con cuya amistad me honraba.
Ayer leí la esquela. Hacía tiempo que no la veía. Desde que dejó su piso en Los Remedios con hermosas vistas al Carambolo y las suaves ondulaciones del Aljarafe y se acogió en una residencia para mayores tras sufrir un accidente terrible en su casa que, como vivía sola, lo tuvo que padecer con mayor dramatismo.
Guardo un recorte del ABC con una entrevista en una columna que le hizo Gloria Gamito en 1996 y un artículo que le dedicó Manuel Barrios dos años más tarde.
La entrevista tenía como motivo la clausura del tercer ciclo “Escritores en Sevilla” que dirigía ella en el Instituto Murillo y en el que habían participado, José Maria Barrera, Rogelio Reyes Cano, Begoña López Bueno, Miguel Cruz Giraldez y José Maria Javierre.
Estaba satisfecha porque había logrado el propósito de ofrecer una gran panorámica de los escritores que residen en la ciudad, sean sevillanos o no y avanzaba el contenido de una conferencia que iba a dar en Madrid sobre “Mujer y Literatura” en la que expondría las dificultades de la mujer para alcanzar la misma consideración que el hombre en el mundo literario.
En los últimos años de su vida, recluida en uno de esos hoteles tristes en donde un manojo de viejecitos coetáneos pasa las horas postreras de su existencia, habrá tenido ocasión de comprobar también la repetida actitud de esta ciudad que condena al desdén, a la marginación y al olvido a sus hijos mejores.
Barrios recogía un párrafo de López Anglada en el que afirmaba “Si la poesía que hemos dado en llamar andaluza por unas características constantes –riqueza idiomática, perfección de la estrofa, apasionada temática etc. – necesitara de una genuina representante femenina, no dudaríamos en conceder ese título a la sevillana Maria de los Reyes Fuentes.”
Autora de una notabilísima obra poética, con numerosos títulos editados, su categoría literaria había sido reconocida y refrendada con numerosos premios. Sevilla se ha venido olvidando de ella. No únicamente en sus últimos días, sino cuando paseaba solitaria por su vivienda entre sus muebles de estilo castellano y con la ejemplar humildad de los auténticamente grandes me enviaba unas cuartillas con sus versos cofrades para que yo los incluyera en mis comentarios de las transmisiones de Semana Santa de Giralda televisión.
He recordado las palabras de Manolo Barrios “Sevilla de la armonía, la luz, la música, el encuentro y el sol sobre la frente… Lástima que tenga el vicio irredento de olvidar a sus mejores hijos”
2 comentarios:
estimado señor garrido.mi mas sentido pesame a la familia,y muy cierto, que racha lleva, le deseo de corazon que sea la ultima persona conocida que se vaya.desde aqui le doy animos,aunque no se si le sirvan de mucho son de todo corazón.muy feliz lunes.
Creo que el pésame hay que darlo a la cultura en general y a la poesía en particular. Maria Reyes tenía poca familia.Con independencia de su obra literaria impresa, su actividad en la Junta del Ateneo fue igualmente incansable.
Gracias por sus palabras.Un cordial saludo.
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