No le doy en modo alguno mi felicitación al señor Mas por haber ganado las elecciones catalanas. El antiguo conseller in cap (creo que se escribe así) cuando mandaba Jordi Pujol, crecido a su sombra y dejado libre después para liderar el partido, se proclamaba como ganador por las encuestas mucho antes de celebrarse éstas.
Y su formación política, esa que agrupa a las dos opciones de Convergencia por Cataluña y Unión Democrática, ha sido la autora de ese video insultante, de cuya hechura y difusión nadie ha pedido perdón todavía, en el que, para animar la campaña y cautivar el voto, se mostraba a un hombre anuncio, vestido con la bandera española que le robaba la cartera a un confiado viandante catalán.
¿Cómo voy a felicitar a un tio que me está poniendo por ladrón?
Y menos por haber hecho manifestación pública de su hipocresía cuando a la pregunta de un periodista sobre esta genialidad publicitaria contestó con la mayor cara de cemento de Montmeló: “Yo no lo hubiese rodado”…
Entonces ¿Quién es el responsable, so grasioso?...
Los optimistas adelantan que, con el triunfo de Ciu y el ascenso notable, el mayor de su historia en estos comicios, del PP, ha triunfado el Centro Derecha en esa zona importantísima para el devenir de España y esto es bueno.
Yo me fijo en el antaño prohombre del fútbol Joan Laporta que ha entrado en liza con una nueva formación y ha obtenido cuatro escaños y recuerdo que el argumento más demoledor de sus discursos ha sido que había que proclamar la independencia desde el balcón de la Generalitat sin más referéndum ni gaitas.
Tampoco, por supuesto, lo he de felicitar por la aceptable acogida de su estreno.
¿Para quién, pues, reservo mis frases de enhorabuena?... Para el tío del huevo. El asistente a la declaración del segundo de a a bordo de Montilla que no sacó una pistola, ni arrojó una bomba, ni siquiera un petardo, lo que inmediatamente hubiese merecido mi repulsa más firme, sino que hizo lo que desde antiguo practicaba el público de los corrales de comedias y siguieron ejerciendo los espectadores de los teatros sucesivos: arrojar huevos o tomates a la escena cuando estaban hasta el gorro de aguantar espectáculos infumables.
Con la clara y la yema del huevo estrellado en la frente del sorprendido señor Iceta han ido también la congelación de las pensiones, los recortes de sueldos a los funcionarios, el demencial aumento del paro, la crisis, la ausencia de medidas gubernativas y, por encima, la verborrea y el latrocinio de una clase política que tiene ya hasta la corcha al ciudadano de a pie.
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