… como si aquí sobrara de to. Y lo que sobra son políticos sin ideología, sin principios deontológicos, sin vocación de servicio al pueblo que los vota, sin horizontes en la vida civil…
Sobran enchufados en el gobierno, en las autonomías, en las diputaciones, en los ayuntamientos, en las empresas públicas… gente que nunca pasó curso en junio, que no acabó la carrera, que no fue capaz de encontrar acomodo en la empresa privada, que no sería nada sin el partido y que, por si fuera poco, se ha acostumbrado a que se paguen con cargo a los presupuestos su coche, sus comidas y hasta su teléfono móvil.
El presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, ha anunciado que su partido va a plantear en el Congreso la revisión del sistema de pensiones de los diputados y senadores y la eliminación de todo lo que pueda suponer un "privilegio" respecto al resto de los ciudadanos.
Eso es algo por lo que suspira el hombre de la calle. Aunque ya han comenzado a escucharse voces advirtiendo de los riesgos de la postura.
Hay muchas gentes hoy que se levantan a las seis de la mañana, que tienen que servirse de dos o tres medios de transporte para alcanzar su puesto laboral, que no pueden comer en casa, que vuelven a ella cuando sus hijos se van a la cama, que conviven con la cotidiana amenaza de perder su trabajo y hacen encaje de bolillos para que el fruto de su sacrificio vital les permita llegar a fin de mes…
Y a estas gentes se les revuelven las tripas cuando se desvelan los sueldos o las pensiones de congresistas, senadores, consejeros, directores generales y directores de soldados sin graduación… que cuestan una pasta y ahuecan la voz cuando dicen lo que dicen aunque sospechan que cada vez se les cree menos.
No hay economía que resista la factura del Gobierno Central a la que hay que añadir las de las Autonomías. Hemos creado diecisiete jefes de Estado de menor cuantía con diecisiete Parlamentos, todos amparados por una carísima y gigantesca red de empresas subsidiarias donde colocar a dedo a los que nunca superarían las pruebas de una oposición.
Los datos son terriblemente acusadores. En 1977 había 600.000 funcionarios. Hoy, 3.200,000. Y, además, cerca de 4.000 empresas públicas, en las que encuentran acomodo y apetitosos sueldos parientes, amigos y simpatizantes de los que detentan el poder.
¿En dónde está la fábrica de los billetes que se necesitan para pagar todo esto?...
En Europa no hacen más que preguntárnoslo y empiezan a ponerse serios.
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