domingo, 13 de enero de 2013

Un indignado lector

Tiene la costumbre de leer el periódico mientras va deteniéndose en  el recuerdo que le dejaron en el paladar las tostadas con aceite y un poquito de ajo, sin exceso para que el hálito de la digestión no llegue a molestar la pituitaria de ningún interlocutor, y el café, mitad y mitad, del desayuno de todos los días.

Lo hace en silencio. En el casino de su pueblo que no se llama así sino "Centro recreativo..." de no se qué. Jubilado a la fuerza, unos años antes de lo que le tocaba, su mermada pensión le recomienda hasta ese escurridizo ahorro del chocolate del loro que representa el precio del rotativo.Hoy no ha podido más y ha saltado con un exabrupto que no repetía desde sus tiempos cuarteleros.La prensa le informa de que un político ilustre que ha sido ministro y hasta presidente de una de esas cámaras que deben recoger el sentir ciudadano pero que no lo hacen como debieran, recibe tal trato de favor de la Comunidad Autónoma a la que pertenece que paga un IBI de risa por la pertenencia de unos terrenos con su dotación constructiva correspondiente que a cualquier vecino no protegido por el abuso de esta discriminación costaría como mínimo veintidós veces más.

No son especulaciones, ni suposiciones vacías. En el papel vienen los datos. El presunto servidor de la cosa pública, ahora jubilado también, ser llama José Bono. La finca un terreno de 18,000 metros cuadrados y la construcción unas instalaciones deportivas tituladas Hipica Almenara  que el Catastro de Toledo valora en cero euros.

No hace mucho, a él le escribió el Catastro de la zona donde reside y le conminó a corregir al alza lo que pagaba por el mismo concepto impositivo en base a que una cesta de baloncesto de juguete que había colgado de una ventana en su corral para que jugasen sus nietos se calificaba como polideportivo y un toldo bajo el que guarecía su viejo automóvil adquiría la condición de garaje.

Pensó que eran errores  motivados por una apresurada interpretación de fotos áreas  y recordó el avioncito que había estado sobrevolando su parcela tiempo atrás. Mentalmente acarició el grito con el que pensaba saludarle si volviera a aparecer: "¿Por qué no te vas a Toledo, mi arma"?. El pobre.

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