Deliciosa la
crónica de Carlos Navarro Antolín sobre el almuerzo de Rajoy antes de tomar el
Ave de las 16:45 que lo devolvería a Madrid tras su conferencia en Antares.
El presidente
y catorce más: la
delegada del Gobierno en Andalucía, Carmen Crespo; el alcalde , Juan Ignacio
Zoido, dos vicesecretarios generales (el andaluz Arenas y el extremeño
Floriano), el presidente regional, Juan Manuel Moreno Bonilla; la secretaria
general andaluza, Dolores López, y los ocho presidentes provinciales. Quince
sillas, quince cubiertos y catorce rostros expectantes. Total para nada. Don
Mariano, según el siempre bien informado Carlos, se limitó a contar anécdotas.
Me imagino la foto del muchachito de Málaga, estampillado por
su poderoso mentor para el cargo que ocupa, ante la lista poderosa del resto de
los comensales y me viene a la memoria la imagen del alferecico aquel que nos
mandaron al Campamento de Montejaque, recién graduado en la Academia de
Infantería con la estrella de las seis puntas previa a finalizar su carrera de
teniente.
No sé si porque apareció vestido con uniforme parecido a los
que usaban los soldados de la caballería de la Unión que recogía John Ford en
sus películas o por su feble figura que contrastaba con la fornida apariencia
de los oficiales y sargentos veteranos, apenas se le vio fue bautizado como el
West Point.
Hoy, no lo puedo evitar. Moreno Bonilla me lo recuerda cada
vez que lo veo en testimonios gráficos similares.
Entiendo que, como escribe Navarro Antolin, el muchacho pueda
estar quejoso de que lo orillen en
Becerrita. Yo que él, acabaría con esta situación yéndome a una televisión
local a protagonizar un debate sobre los costaleros y los hombres de trono.
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