Se sabe quien es el ministro… (o la ministra), quienes los políticos que ocupan los distintos puestos de su gabinete… quienes los funcionarios que se ganaron sus plazas en concurso… pero ¿y los asesores?: ¿Quiénes son?... ¿Cuándo y por qué se nombran?... ¿Qué hacen?... ¿Cuánto ganan?...
Llegó la orensana Elena Salgado, ingeniera industrial en las especialidades de Técnicas Energéticas y Organización Industrial por la Universidad Politécnica, al Ministerio de Economía que abandonaba Solbes dispuesta a recordar por las noches su formación universitaria madrileña, sobre todo los apuntes de Ciencias Económicas en la especialidad de Estructura Económica de lo que se graduó más tarde en la Complutense y ahora nos trae revueltos con la inquietud de lo que decida su acosado jefe de filas con la subida de impuestos.
Como no se trata de la cuenta del supermercado ni del análisis del recibo de la luz, se supone que la señora Salgado habrá escuchado a sus oráculos,es decir a estos asesores, escondidos generalmente en la opacidad de su cuantía y sus devengos, y que estos tendrán colgados en sus despachos por lo menos el doctorado en alguna de las disciplinas académicas de la materia, los masters en el extranjero y quien sabe si los nombramientos de catedráticos ganados en oposiciones reñidas.
Las cuentas públicas no son las cabañuelas de agosto.
Si entre los asesores hay profesores, como estoy suponiendo, imagino habrán de considerar que hoy un catedrático de Universidad o un cirujano de la Sanidad Pública están ganado menos que el Concejal de Festejos de un Ayuntamiento de tercera.
Y ya, entrando así, por esta gatera, en lo que cobran los servidores públicos, pienso que disculparán que sus coetáneos menos afortunados miremos con recelo el hecho de que los políticos se suban sus retribuciones en el porcentaje que les apetezca (siempre por unanimidad, por supuesto, y al inicio de la legislatura)…
Que un ciudadano tenga que cotizar 35 años para percibir una jubilación y a los diputados les baste sólo con siete y que los miembros del Gobierno para cobrar la pensión máxima sólo necesiten jurar el cargo…
Que los diputados sean los únicos trabajadores de este país que estén exentos de tributar un tercio de su sueldo del IRPF…
Que el coste que representa para el común de la ciudadanía sus comidas, coches oficiales, chóferes, viajes (siempre en gran clase) y tarjetas de crédito aumenta por doquier…
Y que sus señorías, cuando cesan en el cargo, tengan un colchón del 80% del sueldo durante 18 meses…
Son algunas de las cosillas que esta gallega, madura y elegante, deberá anotar como coda necesaria a esas anotaciones antiguas que ahora le harán tanta falta.
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