Debatiendo la última previsión gratuita del presidente Zapatero de crear en año y medio no se cuántos empleos, o sea corregir su deriva de destrucción de puestos de trabajo mantenida desde que llegó al poder, lo cual supone un desbordado y quimérico optimismo, he atendido a una discusión tertuliana sobre la cuestión mantenida en la tele.
Lo del presidente ya es el colmo. Este hombre mantiene una capacidad insospechada de resistir el rubor. Pero es un tema marginal que no deseo ascender a la categoría de protagonista de este comentario.
Me voy a referir a la pregunta que los políticos se lanzan a la cara como dardos envenenados girando en torno a los sistemas que pueden ponerse en práctica para invertir la curva ascendente del paro.
Y ninguno suele dar en el clavo. Los profesionales de la política, y sálvese quien pueda, suelen saber muy poco del trabajo privado porque no lo han practicado casi nunca, excepción hecha de los titulares de puestos en la administración que obtuvieron con su preparación cultural y su esfuerzo, y a los que vuelven tras desembarazarse de la cosa pública.
No se puede preguntar a un célibe las pautas para la adecuada convivencia matrimonial. Ni se puede interrogar al usuario periódico de los restaurantes sobre cuales serían los procedimientos para combatir el hambre.
Los políticos naufragan en las respuestas si nunca regentaron un puesto de frutas que tuvieron que cerrar… o una explotación de crianza de ganado bovino de tiro que se fue al garete… o un taller de bordados que pasó a mejor vida… o una zapatería artesanal que se quedó sin clientes… o una papelería y librería que un día tuvo que dejar de abrir sus puertas…
He conocido a los gerentes y propietarios de estas medianas y pequeñas empresas, muchos demonizados por los trabajadores que, con su cierre, perdieron su puesto laboral. Y, en el fondo, todos esgrimen el mismo razonamiento para justificar su abandono: estaban asfixiados por los requisitos que les imponía la administración, los impuestos y la competencia ilegal.
“Solo con levantar el cierre, me decía uno, hay un batallón de burócratas que piensan que voy a ganar mucho dinero y ya empiezan a exigirme requisitos para llevarse lo que todavía no se si voy a ganar o, no” Y otro añadía “y además facilitan la competencia de los chinos o los manteros”
Si los políticos escucharan estas quejas tal vez sabrían contestar.
1 comentario:
Estoy esperando como agua de mayo su objetivo y acertado comentario sobre este intento desesperado de Zapatero de no hundirse en las marejadas existentes en los mares socialistas y hacer este cambio de Gobierno.
Un saludo
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