El cielo y el infierno estuvieron en sus nombramientos.
La Primavera les reservaba discutidos momentos de protagonismo y la historia guardaba para ellos disimulados peligros cubiertos por capas de armiño.
Eran los presidentes de una gestora cofrade y de una corrida de toros con insólito resultado brillante. Nada que objetar a los dos puestos cargados de responsabilidad y, en principio, alcanzados merced al aura de conocimiento de la materia sobre la que discernir y la voluntad incólume de resolución de los llamados a ocuparlos.
Dos misiones, por ello, relevantes, tras las que se agazapaban los riesgos erizados de peligros de dos decisiones de peculiar trascendencia : la salida de una cofradía con intermitente amenaza de lluvia y el indulto a un toro bravo en la Maestranza.
La cofradía se mojó y el toro volvió a los corrales sin haber pasado como era debido el duro examen de su lidia en el Coso del Baratillo.
Es lógico que del presidente de esta gestora y del usía taurino se haya empezado ya a escribir y a hablar y sea difícil predecir a donde llegaran los renglones y las opiniones verbales, aunque pueda suponerse que muy lejos. O sea que a la riada de comentarios sobre Bin Laden, que en paz descanse si es que puede, se le contraponen estos dos debates alternativos.
Opino que la cofradía debió quedarse en casa y que el ocupante del palco presidencial tenía que haberse revestido de la fortaleza necesaria para resistir el embate de la petición pública desatada por un lidiador en tarde de gloria.
No valen ahora las explicaciones ni el reparto de responsabilidades.
Ni el comisionado arzobispal de la hermandad del Dulce Nombre ni el ocupante del palco presidencial en la corrida de Núñez del Cuvillo digo yo que supieron evadirse de presiones externas para negarse. Lo que, obviamente, está muy lejos de pretender que todos coincidan conmigo. El “no” es el adverbio más peligroso del vocabulario de los instalados en la fría soledad de la cumbre.
Lo siento por ellos. Y más que nada por las consecuencias que haya podido sufrir el hermoso paso de misterio de la cofradía y el prestigio de la Plaza Maestrante en la que se ha aprobado cum laude a un toro que solo superó el notable.
¿A qué extrañarnos?... ¿No se pasa hoy de curso con un montón de asignaturas pendientes?...
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