lunes, 16 de mayo de 2011

Llave en mano.

No tuve mas remedio que pegar la oreja porque el muchacho que caminaba a mi lado trajeado y encorbatado gritaba tanto que, sin rubor alguno, nos estaba haciendo participar en el tema de su charla a sus acompañantes ocasionales.

Hablaba de inversiones. De venta de pisos y apartamentos. O sea como antes.En los tiempos en que basculaban las grúas. Y afirmaba que en época de crisis también se hacen buenos negocios. No con los que no tienen o poseen cada día menos, sino con los que lo guardan calentito. Pisitos se venden pocos. Áticos de lujo, según él, cada vez más.

Un ático, afirmaba convencido el viandante, que no parecía lunático, sino ejecutivo poseedor de sólidos argumentos de venta, es el sueño de muchos compradores y,por lo tanto… tatatá,tatatá. Tatatá…

Como me picó la curiosidad, cuando llegué a casa encendí el ordenador y pedí a mi buscador que encontrase los mejores áticos de España en these time.

La relación la tengo ante mis ojos.Incluye desde áticos con vistas a la Puerta de Alcalá de Madrid, a terrazas con piscina mirando a la Sagrada Familia de Barcelona pasando por espectaculares viviendas de diseño en Ibiza.

El más caro que figura en ella se encuentra en Madrid y está valorado en siete mil millones de euros. Una bagatela.

En las Baleares los ofrecen por cuatro mil y en Santander por tres mil seiscientos.
Andalucía figura en los últimos puestos de este ranking particular y lo hace con cifras más modestitas: seiscientos cincuenta mil euros en Marbella y Estepona.

Las cifras marean.

Pero no todo es tan sideral. Los bancos y cajas que no saben qué hacer con los pisos y casitas adosadas que engrosan sus activos por impago de las hipotecas los están sacando al mercado convirtiendo sus servicios inmobiliarios en potentes agencias de venta que llenan de atractivas ofertas las cristaleras de sus oficinas con promesas de apartamentos en las playas

“Compra ahora una vivienda y paga menos que un alquiler”.

No es un rótulo del pasado. Lo estaba pegando un especialista de publicidad exterior en la fachada de una Caja de Ahorros. Y lo raro era que al final no figuraba el logotipo de ningún partido político en campaña electoral.

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