¡Anda que no va a dar juego la lluvia que se filtró por
las rendijas de la chapuza que hicieron en el Palacio de San Jerónimo! Hasta
los oídos del español más indiferente ante las peripecias de los políticos
gubernamentales llegaron las risotadas de los leones de la puerta.
No puede darse una metáfora más ajustada al lamentable
estado que presenta nuestra política casera. Gorrones y goterones podría
titularse esta “entrada”. O ladrones y goterones. Todo rima por desgracia hasta
el nivel de los atributos masculinos a los que llega el grado de hartazgo que
padecemos ante el insufrible quehacer de los antaño llamados con razón padres
de la Patria.
Casi la totalidad se veía venir menos lo que al final
llegó. Se suponía la respuesta del PP andaluz ante el numerito de
prestidigitación de hacer desaparecer a los posibles imputados convirtiéndolos
en imposibles aforados… se aguardaba su reacción clamorosa pidiendo elecciones
anticipadas… se intuía la contestación ácida y violenta de los afectados y la de su
partido ante la arriesgada decisión de la jueza guapa…
Todo podía suponerse menos las goteras. O, aun peor, los
goterones de los cabxxnes que para más inri y sublimación de la metáfora a que
antes me refería han podido penetrar por los orificios que dejaron en el techo
del hemiciclo del Congreso de los Diputados las ráfagas de los fusiles
ametralladores del Teniente Coronel Tejero la tarde funesta del 23 F.
Y, mientras tanto, Artur Mas y su cuadrilla se pasean por
el proscenio del escenario secesionista sin que el encargado de bajar el telón
de las órdenes pertinentes para que la sesión termine.
El respetable se lo pide a voces sofocando su calorina
esgrimiendo el artículo 155 de la Constitución Española. ¿Qué más quiere?
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