Me parecen insultantes las sonrisas que exhiben algunos
políticos en los actuales momentos difíciles por los que nos vemos obligados a
transitar la mayoría de los españoles.
Los políticos y políticas que estrenan presidencias o
consejerías o confortables sillones en el Senado esconden, tras las muecas de
sus visajes, la satisfacción, la tranquilidad y el aura de victoria que les
envuelve. Se sienten personalmente triunfadores como los atletas que se
encaraman al pódium aunque solo sea con una medalla de bronce… protegidos como
los toreros que se libran del toro que les persigue zambulléndose en el
burladero…libres… liberados.
Los rostros serios los reservan para los enfrentamientos
entre facciones en las sedes parlamentarias calentando esos momentos que son
los únicos en los que no leen ni consultan notas.
La ciudadanía es la única forzada a no abandonar el
rostro duro y la mirada vacia. Bajan los sueldos, disminuye de manera alarmante
el poder adquisitivo de las pensiones… Hasta morirse resulta en Andalucía más
caro. La familia que hereda en el Sur el fruto de los esfuerzos, las privaciones
y los sudores del padre muerto tributará mucho más que los habitantes de otras
comunidades. Sobre todo la catalana. Allí se negaron a pagar y nadie se atrevió
a llevarles la contraria. Hay que catalanizar España, dijo Esperanza Aguirre.
Pues, si. Habrá que hacer algo. Además de rezar. A la Virgen del Perpétuo
Socorro, por supuesto. Que a la Virgen del Refugio ya le rezan los que se
esconden en la Cámara alta.
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