La digitalización… la dedocracia… No salgo de mi asombro.
El imperio del dedo. En la radio antigua, cuando alrededor del micrófono nos
alineábamos los que poníamos voz a un
programa, el realizador que se asomaba a través del doble cristal de la pecera,
iba señalando con el índice de su mano diestra el comienzo de las
distintas intervenciones. A eso le
llamaban “entrar a dedo”.
Hoy la radio es otra cosa y la política también. Y se
puede acceder al cartel de feria de unas elecciones si aparece el dedo poderoso
que señala y encumbra.
¡Anda que no le ha caído nada al chaval ese que han estampillado
en el PP! Yo que él me iba de la mano de Ana Mato, que vaya apellido que tiene
para ser ministra de los que por obligación no deben matar a nadie y me ponía delante
de Rajoy a decirle tres o cuatro verdades de esas que no deben salir de la boca
de uno si uno no quiere que los loqueros se lo lleven en volandas .
¡Candidato a presidir la Junta de Andalucía! ¿Por qué? Porque sí. Porque lo digo yo. Y ahí van
los politólogos a devanarse los sesos para llenar las páginas de los periódicos
buscando argumentos que justifiquen la gracia. Aunque después de ver el dedo de
Rubalcaba…
No manda el que ponen sino el que se impone, leí una vez
en un manual de práxis de la gerencia de empresas escrito tal vez por un
antepasado de los marines de los barcos que están atracando en Rota.
Y, a todo esto, menos mal que el muchacho es de las
Fusionadas. Una cofradía de Málaga en la que sale como hombre de trono Antonio Banderas.
Cuando mi hijo Antonio Garrido, cofrade y costalero del
Buen Fin antes de tener que someterse a la sabia pericia del doctor Trujillo
Madroñal, rodaba “El camino de los
ingleses” a las órdenes del
internacional Banderas, éste y él se pasaban el tiempo de descanso entre
secuencias desgranando experiencias en
torno a la forma de llevar los pasos. Antonio Banderas como hombre de trono y
mi hijo como patero en la primera de Cristo.
Desde entonces a “las Fusionadas” nombre que, con el eco
en los oídos de Las Penas, la Estrella, La Amargura… me había parecido siempre
más de jeringuillas hipodérmicas que de cofradías, le guardo un comprensivo
respeto.
De toda la apresurada biografía del candidato a dedo es
lo que más ha permanecido en mi memoria. Que es cofrade. Y de “las Fusionadas”.
La de Antonio Banderas.
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