Lejanos parecen los años
sesenta. Cuarenta y tres tacos tienen los que nacieron a comienzos de aquella
década y más de esa cifra los que recién
alcanzaban la mayoría de edad, entonces retrasada a los veintiuno para los
varones y a veintidós para las mujeres.
La historia de la autonomía
andaluza empezaba allí y saldrían a la luz la figura de Blas Infante que había
ocultado la Dictadura y los símbolos de la tierra, el escudo, el himno y la
bandera, igualmente escondidos hasta esos días.
La voluntad del pueblo
andaluz se fue forjando a partir de ahí y quedó bien patente el 4 de diciembre
de 1977 ratificándose luego en el Referéndum
del 28 de febrero de 1980.
Ese fue, sin duda, el año de
la autonomía, el de la conquista de la ilusión andaluza de plantarse ante el
centralismo madrileño vigente durante siglos. Alianza Popular ocupaba la
derecha; PSA y UCD, el centro; PSOE y PCA, la izquierda. Luis Uruñuela, andalucista
del PSA, se sentaba en la alcaldía.
UCD regía el Gobierno y
temía que los andaluces consiguieran dotarse de mando propio a través del
articulo 151 de la Constitución. El 143 les parecía mejor. La vía lenta.
Y contrataron a Lauren
Postigo para que dijera por todas las radios, por todas las teles ( que
entonces eran dos ) y por todos los altavoces de los campanarios esa frase que
aun se recuerda vestida sonoramente con su acento andaluz del más puro Chamberí
“andaluz, este no es tu referéndum”.
Obviamente los andaluces de
verdad no le hicieron caso y Postigo y los que le habían financiado su frase lo
perdieron.
He pensado muchas veces qué
hubiera sucedido de no haber participado en la campaña publicitaria el falso
slogan de Lauren Postigo.
Ha pasado mucho tiempo.
Aquello fue un sueño. Creo que aun no había ingresado en la Facultad de Derecho
su señoría la jueza Mercedes Alaya.
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