La recomendable economía de conceptos en el titular puede
distorsionar su comprensión. Antes de Capilla que aquí es apellido y no
construcción o edificio para la oración y el culto, yo había escrito Vázquez. Y
antes de Vázquez había redactado “la reina doña Sofía”. La frase original era,
pues “Postal rociera con la reina doña Sofía y Vázquez Capilla al fondo”.
Así, con estas palabras alineadas como escuadra de
gastadores ante el texto al que preceden, puede empezar a entenderse éste.
Mi viejo (viejo en todos los sentidos; no huyamos del
término que es expresión de la bondad divina al alargarnos la vida) amigo y
compañero Antonio Vázquez Capilla ha decidido cortarse la coleta. Laboralmente,
la despedida de los ruedos, obligada por el implacable DNI, se había producido
antes, pero él seguía erre que erre como nos ocurre a los que amamos una
profesión que nos cuesta un sentido desgajarnos de ella.
El periódico ABC resaltó este evento con una crónica
preciosa debidamente ilustrada y TeleSevilla recogió el testigo en unos
entrañables minutos televisivos plenos de vivencias y emociones.
Me dije que yo tenía que hacer algo también. Todos los
periodistas que hemos ejercido nuestro apasionante quehacer debemos mucho a
estos hombres que como el Capi se sitúan en ella al modo de los banderilleros
de Manuel Benítez Carrasco, “uno, dos y tres, tres banderilleros en el
redondel”, que, con tanto arte y flamenca donosura, recitaba Gabriela Ortega,
sabiendo taparse a tiempo, sin pedir a cambio ni el orgullo de la firma, ni la
presumida satisfacción del nombre resaltado en los titulares.
Tanto en el periódico como en la tele, Capilla narraba
una curiosa anécdota de aquella radio, protagonista absoluta antes de la
llegada de la tele, cuando, con la voz del recordado Emilio Segura, se vieron
obligados a falsear desde los estudios de la emisora, una retransmisión “en
directo” de la salida del Silencio que él adornó imitando los pasos racheados
de los costaleros con un cepillo y una caja de cartón, e introduciendo una
saeta grabada en disco de vinilo por Jesús Heredia.
En esta postal rociera que evoco, Capilla no colaboró a
la consecución del trabajo que me habían encomendado aquel año de 1984, cuando él estaba a cargo
de la oficina de prensa de la Hermandad Matriz, con la ayuda sabiamente
administrada de un cepillo, una caja de cartón y un microsurco, sino con un
acogedor sillón frailuno, escondido tras una puerta entornada, en el que pude
echar la cabezadita necesaria para comentar con las ideas claras, ante las
cámaras de la Televisión Nacional la visita de S.M. la reina Doña Sofía al
Santuario de la Blanca Paloma.
La visita fue inolvidable. La siesta, también.
Capi todavía me falta sitio para darte las gracias. Feliz
retiro.
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