viernes, 18 de abril de 2014

TRIANA PURA


Me invitaron a ver pasar desde un privilegiado balcón la cofradía de la Esperanza trianera ante la capilla de la Estrella en el curso de su itinerario de  regreso a su templo.

¡Qué maravilla! Qué derroche de trianerismo de la mejor ley. Desde primerísima hora de la mañana del viernes santo se congrega en torno a esta reducida capillita donde reside la Estrella una densa multitud que invade los espacios circundantes. Todos saben lo que van a ver, lo que van a vivir. Y no son defraudados.

La Esperanza viene de Sevilla. Acaba de cruzar el puente, frontera de pertenencias y sentimientos. “Mira si soy trianero que, en cuanto que paso el puente, me creo en el extranjero”, y ha rendido al Baratillo tributo de educada vecindad. No ha terminado de afilar el sol sus rayos más osados, cuando la nutrida formación de su banda de cruz guía luciendo unos impolutos uniformes tomados de las galas de la gente de la mar, avisará de la presencia del cortejo a golpe de parche y estridencia armónica de metal.

Y desfilarán tras ellos incansables nazarenos que preceden y acompañan a los dos pasos, el de misterio de Nuestro Padre Jesus de las tres caídas y el de la Virgen de la Esperanza que mostraran ante la representación oficial de la Estrella formada con estandarte y varas en las abiertas puertas de la iglesita.

El trabajo esforzado de las cuadrillas de costaleros aquí se depura y alcanza valores sublimes de delicada orfebrería argéntea  demostrando cómo se puede integrar un conjunto sólido de ensayados acordes y movimientos sazonados con recuerdos de los cantes de la Cava o del Zurraque.

Triana pura. Triana eterna. El año que viene, si Dios quiere,a lo mejor se canta una letra mía de saeta. La escribí allí y se la deje a mi consuegro, Antonio Jiménez, el dueño del balcón

De  luz llena la mañana
esa cara siempre bella
de la Virgen soberana
al juntarse con la Estrella

la Esperanza de Triana. 

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